En España está muy instaurada la
costumbre de tomar café. Para reunirse a charrar y cotillear (entiéndase conversar
y chismosear), ir a tomar café es la excusa perfecta. Será inevitable caminar
por la calle, sin importar la hora ni el dia, sin ver a alguien tomado alguna
de los 15 formas distintas en las que sirven café en todos los bares, definiendo
como bar a un restaurante pequeño donde se puede ir a desayunar, almorzar o
comer y también para tomarse algo con o sin alcohol. No llega a ser un restaurante, por tamaño del
local y precio.
El otro dia, saliendo de la
maestria nos fuimos a tomar café con algunos amigos. Es muy interesante como en
una maestria se juntan personas de distintos lugares y comparten parte de la
cultura de cada uno, dando cuenta de las costumbres que se tienen o simplemente
de las diferentes acepciones geográficas que tienen ciertas palabras.
En medio de este intercambio
cultural, presté atención a la historia de un amigo que contó que había vivido
6 meses en India. Siendo catalán (cada vez que le digo español me corrige)
tiene costumbres occidentales como la mayoría de los que estábamos ahí. Contó
que cuando recién llegó se sorprendía de las cosas que hacía la gente y varias
veces al dia se decía a si mismo “¿pero que está haciendo este hombre?”. Al no estar acostumbrado a la sociedad india,
se sorprendia calificándolo de “raro”, pero sin llegar a criticar.
Cuando vamos a un lugar distinto
de nuestro nicho habitual, nos damos cuenta que las cosas o costumbres que
pensamos universales son por el contrario, muy locales. Ni bien nos movamos
geográficamente un poco, vemos que las personas hacen las cosas de una manera
diferente a la del observador y este
inevitablemente sentencia dicho comportamiento de “raro”.
Imaginemos que un japonés va a
Perú y al observar que comemos con cubiertos o caminamos con zapatos dentro del
hogar, nos dirá que somos raros. Y si lo dice en voz alta, nos reiríamos de él.
Para nosotros no seria raro porque estamos haciendo las cosas como siempre lo
hemos hecho todos, según nuestra historia, costumbre, gustos y comodidad. Pero tal vez el japonés no lo había visto
nunca y le parecería rarísimo y creo que lo mismo pasaría a quien va a Japón,
al menos por primera vez.
Cuando una persona hace algo que
no comprendemos o no compartimos ideológicamente, lo calificamos de raro, pues
según nuestra lógica o comprensión, creemos que las cosas tienen una mejor
forma de hacerse. Si toda la vida he hecho los huevos revueltos del desayuno
directo en la sartén, me parecerá raro cuando vea a alguien combinándolos con
leche en una taza antes de ir a la sartén. Es lo que se conoce como mapa de la
realidad. Cada uno le va dando significado a la vida según sus experiencias.
El mapa de la realidad, lo que
ontológicamente podríamos llamar el significado que le damos a nuestra visión
de la vida o la percepción que le damos a las cosas, es distinto en cada
persona. Se dice que no hay 2 personas físicamente iguales, lo que también se
puede aplicar a la ontología de la realidad de cada persona. Todos percibimos
la vida de una manera particular.
El hecho de que las personas
tengan costumbres, gustos o comportamientos distintos se debe a que cada uno ha
formado su mapa de la realidad basado en las experiencias que ha tenido durante
la vida, situaciones que nos han marcado, las influencias sociales que hemos
recibido, los valores, religión, las costumbres familiares y un gran largo etc.
Cada uno de estos aspectos determina
en cierta medida la forma cómo vemos las cosas, como nos comportamos y como nos
vamos moviendo en la vida. Pero es cuando unimos todos estos factores, y tantos
otros que pueden existir, que creamos
nuestro mapa de la realidad.
Imaginemos que a un grupo de
personas nos piden que pensemos en un árbol y que luego cada uno se lo describa
a un experto dibujante. ¿Qué creen que pase? ¿Serán todos los árboles iguales? Para
algunos el árbol será alto, para otros bajo, para algunos será frondoso, para
otros será desértico, para algunos será bonito, para otros será feo, para
algunos tendrá hojas verdes y para otros tendrá hojas marrones y un largo etc. Hay
mucha probabilidad que no habrá 2 dibujos del árbol exactamente iguales. Ello
debido al mapa de la realidad de cada uno.
A más de una persona he escuchado
decir que no le gustan los días soleados o que no les gusta la playa. Para mi
esto era algo que no podía entender, como no les van a gustar, si le gustan a
todo el mundo. Actuaba así porque creía que mi realidad era absoluta y no tenía en cuenta que
cada uno tiene la suya y percibe las cosas a su propia y única manera.

Al no entender que cada persona
tiene su propio mapa de la realidad, distinto al nuestro pero igualmente
válido, es cuando empezamos con los
juicios, las críticas, los rajes, las burlas, la falta de paciencia, muchas
veces nos molestamos porque la gente no piensa o no se comporta como nosotros
esperamos, porque creemos que tenemos la verdad absoluta de como son y deben
ser las cosas, pero ello no es así. Como
hemos visto en el ejemplo del árbol, no todos verán lo mismo que nosotros, ni
nuestros padres, ni hermanos ni hijos ni parejas ni nadie lo verá exactamente
igual, porque cada uno tiene un mapa de realidad individualizado. Podemos ver
las cosas parecidas, pero con matices particulares.
No hay verdades absolutas, no
podemos pretender que los demás se comporten como nosotros queremos, porque
todos tienen razón en su forma de ver las cosas. Todos pensamos según nuestro
mapa de la realidad, no hay quien piense según el mapa de la persona que tiene
a su lado.
No hay raros en India, tampoco en
Japón, tampoco en Perú. Raros son las
personas que siguen intentando imponer ideas, formas de ver y de pensar. Es
fundamental entender esto en nuestro dia a dia y respetar a los demás, con
comprensión, tolerancia y consideración.
Ante una misma realidad, existe la
misma cantidad de percepciones como número de observadores. Evitemos en lo posible
emitir juicios de valor, criticar, molestarse, porque cada persona es feliz
haciendo y sintiendo las cosas a su manera.

Y mejor aún, evitar juzgar o criticar.
No es una buena inversión pasar la vida criticando lo que no entendemos, hay
que evitar emitir juicios que sólo nos crean molestia a nosotros mismos.
Tengo un amigo que solía decir en
broma “todo es tan relativo”. Las cosas, situaciones o hechos son relativos, su
significado será asignado por el observador de turno. Y será kilométrica o milimétricamente
distinto al que le asignen los demás.
Se dice que tampoco debemos dar consejos
a otras personas, porque no conocemos el mapa de su realidad y aconsejamos
basándonos en el mapa de la nuestra, pudiendo ser el remedio peor que la
enfermedad.
Yo voy a pensar que no estoy aconsejando,
sólo estoy soltando una idea y quien lo crea conveniente la puede tomar.
Realistamente cierto. Quién no ha criticado algo o alguien alguna vez porque no "le parece bien"?
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