La tendencia
en los últimos años, era medir la productividad laboral según las horas que se
pasaba en la oficina. Quien no se quedaba hasta “tarde”, era percibido como
desleal a la empresa e inclusive mal trabajador.
La tendencia
está empezando a cambiar, y digo empezando porque sabemos que este país no es
progresista y por el contrario es renuente los cambios y por ello es complicado
aplicar un ajuste de mentalidad, por lo que normalmente nos cuesta años aceptar
las nuevas tendencias y necesidades sociales (fíjese usted señor lector en
nuestro congreso, en temas tan importantes y actuales como la unión civil y el
aborto por embarazo forzado).
Ahora mismo la
tendencia pasa por medir la productividad según resultados y no según medios o
formas. Y se entiende que para llegar a altos grados de productividad, se tiene
que equilibrar la vida laboral con la personal. La nonagenaria idea de que se
es más productivo mientras más horas en la oficina se pase, está empezando a
desaparecer. Incluso hay empresas en países europeos, que a determinada hora cortan
la electricidad para enviar a casa a los workaholics. Imagina que en tu trabajo
te envían un correo a las 5 pm indicándote que a las 5:30 pm van a cortar la
corriente, asi que mejor apaga y chau.
No podemos tener
alta productividad durante todo el dia. Hay momentos álgidos y momentos bajos.
Muchos estudios han demostrado que por cada hora de concentración efectiva, el
cerebro lo compensa con 15 minutos de baja concentración, por lo que recomiendan
que cada 2 horas de alto trabajo cognitivo, se tengan por lo menos 15 minutos
de descanso.
Pero, ¿cómo
podemos hacer eso si necesitamos elevar nuestra productividad en menor cantidad
de tiempo? La productividad no es
constante y el cerebro necesita descanso. No podemos exigir a alguien estar al
100% de concentración durante todo el día. No se le puede pedir a un corredor
que vaya toda la maratón a su máxima velocidad, porque nunca llegaría a la
meta. Debe bascular su rendimiento.

Al no poder
concentrarnos al máximo por largos periodos de tiempo, no podemos realizar
trabajo cognitivo durante más de unas cuantas horas. Lo que si podríamos hacer
todo el día, es el trabajo mecánico, pero no nos contrataron sólo para realizar
trabajo mecánico. La idea es conciliar uno y otro.
Debemos
determinar cuáles son nuestras horas de mayor concentración y energía para
hacer el trabajo cognitivo o “pensante” y cuáles son nuestras horas de baja
concentración para realizar el trabajo mecánico u operativo. Para la mayoría de
la gente, dentro de la que me incluyo, las horas de mayor productividad se dan durante la mañana, pero ello no constituye absolutismo. Cada uno tiene sus
horas altas.
Por ello he
podido recoger algunos hábitos de productividad comunes entre los empresarios
exitosos, según diversas revistas online de negocios, entre los que podríamos
resumir los siguientes:
1) Empezar el día
haciendo actividad física. Además de liberar endorfinas, irriga sangre al
cuerpo, activándolo física y mentalmente.
No es lo mismo hacer deporte por las mañanas, que hacerlo por las
tardes.
2) No atender
el correo por la mañana. Contrario a lo que yo pienso, la mayoría de directivos
recomiendan no ver el correo hasta
después del almuerzo. Hacerlo por la mañana distrae de las tareas importantes
que se deben realizar cuando el cerebro está más fresco.
3) Las tareas
cognitivas siempre deben realizarse en la misma franja horaria. Se crea un
hábito en el cerebro, que se acostumbrará automáticamente a estar en su máxima expresión a tal o cual hora.
4) Priorizar
tareas. Mark Zuckerberg dice que las tareas más fáciles se hacen primero, pero Bill
Gates contrapone su opinión diciendo que las difíciles, con lo cual concuerdo.
Eso sí, es fundamental no dejar tareas al azar, según vaya cambiando tu humor.
Disciplínate.
5) Salir de la
oficina para almorzar. Incluso hay gente que almuerza en su escritorio. Pero es
indispensable hacer una pausa y salir de las 4 paredes en las que te encuentras
para hacer un reseteo mental, lo que ayuda a que la tarde no se te haga larga y pesada.
Distráete.
6) Sonreír. Al
hacerlo enviarás una señal al cerebro de que estás feliz y el cerebro te
creerá. Todos somos 30% más productivos cuando estamos contentos que cuando no
lo estamos. Así que no importa cómo te sientas, ni si tienes ganas o no, sólo
sonríe.
7) Practicar
la monotarea. Evita el multitask o tener la computadora con varios programas
trabajando a la misma vez. Para tener un alto grado de concentración lo mejor
es hacer una tarea por vez y luego pasar a la otra. Cierra el internet, las
redes sociales, el correo y dedícate sólo a lo que estás haciendo.
8) Preparar la
agenda para el día siguiente. Mantener la rutina laboral es clave para evitar
situaciones inesperadas. Antes de salir de la oficina, o en casa antes de
dormir, revisa tu agenda del día siguiente y piensa 5 minutos en los pasos que
tendrás que dar para cumplirla. Llegarás a la oficina preparado para tu día.
9) Diariamente
hacen algo que les genera ilusión, fuera del trabajo. Salen de la oficina con ilusión por hacer algo que les gusta. La expectativa ayuda a mantener altos
grados de energía.
10) Dormir
bien. Es clave para una vida saludable y feliz, mejora tu concentración y baja
tus niveles de ansiedad.
La felicidad dispara la productividad
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