martes, 15 de abril de 2014

Corre lola, corre

Todavía no estaba de moda cuando empecé a los 22 años. No porque tuviera ganas sino por necesidad, ya que mis fines de semana eran muy movidos.  Salía como mínimo los viernes y sábados hasta el desayuno en la tia veneno de turno o en el hiperfamoso  Campeon de la Av. Aviación, donde a partir de las 4 am tenias que hacer cola para comerte un muy sospechoso sánguche bañado en salsas que ni con 5 servilletas te salvabas de ahogarte en ellas y apuntillado con corteza frita de papa, que le llamaban dulcemente “papitas al hilo”, pero en realidad era sólo hilo pero nada de papitas.

Las madrugadas mas delicadas iba uno a saber como terminaba comiendo los tacos con frejoles en la carcochita (con aceite extra usado por décima vez en la última media hora). Otros avezados preferían enterrar pico en el caldo de gallina 24 horas de la av. Aramburú.

miércoles, 9 de abril de 2014

La Sombra ...... 2 parte


Tal había sido mi sugestión causada por el temor hacia aquellos sueños que estaba estigmatizando. Los montones de paja que habia visto en mi cama eran en realidad restos de los papeles y cajas de los regalos de cumpleaños y que habían pasado desapercibidos hasta esa mañana. 

Aun sabiendo que era algo que sólo estaba imaginación, sentía temor de volver a soñar con eso.  La causa era irracional, pero el miedo era real. Como los miedos que puedes tener ahora. Si piensas y los analizas seguro que te darás cuenta que no tienen fundamento, que es algo ridículo. Pero dan miedo y eso es lo que finalmente cuenta. Y además acababa de cumplir 7 años.

martes, 1 de abril de 2014

La Sombra ... (1a parte)

Empezó cuando tenia 6  años. Vivíamos en una casa que quedaba en una esquina del distrito de San Miguel. Entrando estaba el garaje que, cuando no estaban los autos, lo utilizábamos literalmente como campo de batalla en el que con mis hermanos y primos, nos sumíamos por horas en combates sangrientos de matagente, 7 pecados, carnavales, guerra de lanzachapas, escondidas, chapadas y etc. 

A mano derecha había un jardín con un santuario para la virgen María en la esquina y una pequeña farola negra en medio, que cuando se encendía por las noches daba la impresión de estar en un pequeño parque de la época en la que los automóviles eran una utopía. Sobre la izquierda había una escalera que llevaba al segundo piso, donde vivian mis abuelos. La particularidad de esa casa era que físicamente parecía una sola, pero en realidad eran 2 departamentos que compartían garaje y jardin.