8 meses después volvió a pasar, esta vez más intenso, más profundo, más mágico.
Tal vez esas tonterías del hilo rojo, del amor de vida, de la conexión espiritual, sean verdad.
Tal vez ella se sienta igual, tal vez no.
La cosa es que esto no va a terminar, y nos vamos a arrepentir el dia que nos demos cuenta que debimos enfrentarnos y unirnos física y emocionalmente de por vida. Porque eso es lo que la vida nos está pidiendo a gritos. Pero seguimos jugando al "si debe pasar, pasará", en una ola de pasividad que nos hará lamentar cuando no haya vuelta atrás.
Nuestros caminos son muy distintos, tenemos vidas totalmente antagónicas, ella tan correcta y yo tan rebelde. Ella tan elegante y yo tan relajado. Pero nuestros corazones se quieren juntar, y obvio no les hacemos caso. Al final quieras o no, manda el corazón, aunque vaya en contra de la lógica social.
La cosa de las miradas, esas que te enseñan el alma, es
peligrosa. Cuando se encuentran 2
miradas que se mantienen un par de segundos solo, pero parece mucho más tiempo,
ambas personas se dicen, tal vez incluso de manera involuntaria, que hay algo
ahí. Y si conlleva una sonrisa adjunta, el destinatario se siente como bife a
la parrilla, al punto de meterle diente, con su buena ensalada y aji de la
casa.
Suelo tener ratos, momentos, de no bajar la mirada cuando siento
que alguien me mira. No es siempre, pero es como un juego a ver
quien la mantiene más. Con hombres no hay problema, al cabo de poco terminan bajando
la mirada. Normalmente gano. Y a mi que no me gusta ganar.
Con las mujeres la cosa es distinta. No todas evidentemente,
tristemente no las que quisiera, pero algunas mantienen la mirada y al rato me
sueltan boca sonrisa que me hacen pensar “ay ya la cagué” porque mi intención no
es darle alas a quien no va a poder volar. Si fuera la que me gusta me quedaría
pegado mirando, pero en estos casos suelo hacerme el locaso.
Lo bonito es cuando estás mirando a tu bendición, de forma
caleta, como siempre sin que se de cuenta y de ahí voltea y te clava sinvergüenza
mirada sostenida por varios segundos, y no una, ni dos, ni tres, sino unas varias
veces más.
Es riquisimo el comecoco que te haces cuando ello sucede “pero,
¿por qué me mirará así? ¿será por la misma razón que la mía o por otra menos
babeante?
La primera es casualidad, al segunda es porque ella querrá
confirmar sus sospechas, la tercera ya es consentida y a partir de la cuarta ya
es coquetería. Al menos asi lo siento yo, y claro, alguna vez la he cagado.
Esta chiquita es bien mirona, es muy fácil encontrarle la
mirada. El otro día estábamos ahí, donde siempre, haciendo lo de siempre,
cuando me dije “quiero decirle me gustas, sin palabras”. Entonces decidí hacer
el juego de la mirada inocente. La iba a mirar hasta que ella conecte su mirada
con la mía y cuando ello sucediera, iba a poner cara de asustado, voltear la
mirada muy rápido y negaría con la cabeza mientras miraba hacia el suelo.
Todo
esto, con mi inocente intención de hacerle creer que en mi cabeza estaba pasando
un pensamiento de remordimiento y vergüenza de haberme sentido ampayado con las
manos en la masa, in fraganti, en algo que no quería que nadie se diera cuenta.
Imagina que estás mirando a una persona que te gusta mucho
en silencio, pero no quieres que se dé cuenta. Si esta persona voltea y te
ampaya en una, tu carga de conciencia será tal, que pensarás que dicha persona te
ha leído la mente, justo de lo que pensabas mientras la mirabas. Es decir, creerás
que ya se dio cuenta que estás por ella a mil por hora.
Ella estaba a unos 3 metros de distancia, justo en frente
mio. Cuando la miré, no pasaron ni 2 segundos para que ella levante la mirada
del celular y me conecte visualmente. Fue perfecto, todo salió a pedir de boca.
En ese momento, puse mi cara de asustado de “uy se dio
cuenta que la estoy mirando con estupefacción” y giré la cabeza rápidamente para
fingir la absurdez del intento que no se diera cuenta. Vamos todo estaba
planeado. Mi intención era que ella piense que me había cogido in fraganti, y
que yo no quería que se diera cuenta, cuando en realidad era lo que quería.
Una vez que ella se dio cuenta que la estaba mirando, se
acercó y me empezó a hacer la conversa. Como diría Anibal Smith, me gusta
cuando un plan se concreta.
La secuencia de miradas libidinosas siguió, como en un
jueguito inocente, sonrisas iban y venían. Cuando yo me doy cuenta que el tema
va en doble sentido, me las doy de desinteresado, me gusta landear el asunto.
Mientras más larga la espera, más rico es el enganche.
Luego de unos días, cuando la mirada se había estandarizado,
sin haber hablado de ello, sin haber evidenciado nuestros deliciosos y
profundos deseos sexuales por el otro, sin si quiera haber hablado mucho, la vi
distraída en el teléfono, y para variar levantó la mirada y nos quedamos mirándonos
sin roche, sin sonreir, sin hablar, sin pestañear, sin sentir culpabilidad.
Mientras seguimos mirándonos, me le acerco lentamente, ella
abrió un poco los ojos, como sorprendida y nerviosa.
Cuando llegué donde estaba, habían sido unos 2 metros de
caminata con la mirada clavada, ella me sonríe y me dice que está “cansadita”.
Yo la sigo mirando sin sonreir, sin hacer caso a lo que me decía,
su cansancio era obvio, una excusa para llenar el vacío silencioso que reinaba
entre las miradas, ahora a corta distancia.
- Si nos seguimos mirando así, tarde o temprano uno de los
dos se va a terminar derritiendo, y hay muchas probabilidades que seas tu.
Le dije con toda la conchudez del mundo, porque la verdad, sentía
por dentro que el que se iba a derretir ya en ese momento, era yo, si es que ya
no había empezado a hacerlo, porque las rodillas me temblaban y el pecho se me
salía.
Cuando oyó eso, ella dibujó una super sonrisa tímida en su
carita linda, bajó la mirada mientras sus cachetitos se ponían rojitos y luego soltó
una dulce, tímida y baja frasesita:
- Eres un idiota - me dijo, mientras su sonrisa me daba la mayor alegría del año.
He conocido, sin querer queriendo,
que es la forma más deliciosamente embaucante pues te agarra desprevenido, a
una chica encantadora.
Como suelo ser, no sé porque mi
naturaleza es así, cuando diviso una chica con un intensa belleza física, tiendo
a retraer, contra mi real querer por supuesto, todo atisbo de alago o amistad
forzada, incluso le hago entender que para mi casi no existe, ya que entiendo que suele estar acostumbrada a
los “babas” término distinguido en España para referirse a aquellos galanes tira
labia que se saben todos los adjetivos magnificadores de la belleza femenina
que van desde “diosa” hasta “princesa” dejando en medio unos varios más. Es decir, siento que es una chica acostumbrada
a que se le tiren a los pies, y hacer lo mismo sería entrar en el común
denominador siendo igual a todos, sin destacar, ocasionando que mis
posibilidades, aunque remotas, disminuyan.
Es paradójico, e incluso puede
ser estúpido, pensar que para que se fije alguito en mi, tengo que hacerle
entender que me es indiferente. A veces funciona, otras no tanto.
Sali corriendo porque, para variar ya estaba tarde. El taxi
me esperaba ya en la puerta y yo ni si quiera me había puesto la corbata, claro
en el taxi será. Era evidente esperar el tráfico de un día de semana por la mañana,
gente estresada por la ingente cantidad de carros que ocupan la ciudad.
Esta es una gráfica bastante representativa de nuestra sociedad.
Valoramos más nuestra dependencia al estatus, prefiriendo luchar contra el
tráfico que adquirir otros medios de transporte que nos enfrasquen menos y nos
diviertan más. Pero entendemos esto último como signo infravalorado de nuestra
capacidad de tener.
Muy bien lo podemos ver en aquellas ideas espectaculares de
tan idílico alcalde que pensaba que el tráfico se combate con menos parques y
más carriles.
Los países con mayor
desarrollo socioeconómico tienden a minimizar el uso del automóvil, pero
nosotros vamos unos añitos por detrás. En Holanda, Alemania y los países
nórdicos priorizan al transporte ecológico sustentable antes que la proyección
de la imagen de valor que creemos que nos da la capacidad de adquirir un auto.
1 hora es mi tiempo estimado desde San Borja hasta el centro
empresarial. Si fuera un domingo, el tiempo sería, según maps, de 21 minutos.
Estos son un grupo de amigos de toda la vida, super diferentes
unos de otros pero acostumbrados a gestionar sus indiferencias en base a la
cantidad de años que se conocen. Separando que todos han madurado, cada uno en
su estado, cuando se juntan, el grupo que se forma gestiona una inmadurez
colectiva casi imperceptible para los que lo conforman, pero evidente para los
que observan desde fuera.
Podríamos, en buena fuente, diferenciar a los integrantes en
las siguientes categorías: El carismático, el equalizador (especialista en
mantener el equilibrio), el quejoso y el rebelde social.
Pocas veces se reúnen, por distintos caminos de vida, pero
cuando lo hacen salen las personalidades características fijas de la identidad individual.
Sábado 9 pm, barranco, bar característico de la zona con
decenas de años de existencia rural, mesas de restaurante, sin música, los
comensales son extranjeros o bohemios y gente como este grupito ansiada de mirar
algo distinto a los bares de siempre. No es necesario viajar para conocer otras
culturas.
Luego de las 7 pm es difícil encontrar mesa, por lo que
tuvimos que esperar fuera que se desocupe una, con suerte una distante al baño
que suele regalarnos olores inopinados de biológica procedencia. BTW, puedes
ponerle un poco de bicarbonato a la olla de frijoles que te zampas en el
almuerzo, chavalito.
Eran aproximadamente las 7:30 am
cuando la movilidad me dejó en la puerta del colegio. Desde la entrada hasta el
patio podrían ser unos 5 minutos caminando, así que empecé a correr con todas
mis fuerzas para llegar rápido.
No era porque quería estudiar o
algo, porque la verdad me interesaba muy poco.
Pasaba que aproximadamente a las
7:45 am ya deberíamos estar formados para rezar y cantar antes de entrar a
clases. Todos ahí bien rígidos como soldaditos sin respirar mucho y por
supuesto sin pestañear, porque nos caía un golpazo de parquet en la mano
inhábil, pues a la mano hábil le esperaban horas de apuntar y apuntar dictados
absurdos. Es que en esa época, al parecer, todavía no se enteraban de la
utilidad de los libros, razón aparente por la cual nos obligaban a apuntar
absolutamente todo.
Lo que sucedía entes de esa hora
era lo realmente importante: jugar
fulbito en el patio del colegio con una pelota de trapo llena de papeles.
Conversaciones cualquiera, entre 2 peruanos cualquiera, en
una dimensión cualquiera. Llamaremos a los interlocutores agente A y agente B,
de forma indistinta, podríamos ser tu y yo, o yo y tu. O no, lo que tu quieras.
A: Oye, que ricas están las aceitunas
B: Si pero son con pimiento, mejores son las aceitunas con
rocoto
A: ah, bueno
_______
A: Oye que rica esta cerveza
B: Si, pero está un poco caliente, helada es más rica, además la otra marca es mejor
A: ah, bueno
______
A: Oye, que bonita esa chica
B: Si, pero cuando sonríe mirando al noroeste, en noche de
luna llena, entre 9 y 9:15, se le ven los dientes un poco chuecos
A: ah, bueno
__________
A: Oye mira he bajado de peso!!
B: Si, pero cuando bajas de peso se te va la grasa de la
cara y te salen patas de gallo, y eso es peor
Pensé que la presentación no había salido como esperaba.
Suelo controlar mucho los gestos ya que decimos más por los gestos, movimientos
y entonaciones que por las mismas palabras. Estas últimas se pueden dirigir,
los otros no. La Directora frunció 3 veces el ceño, bajó la mirada a los
documentos y se perdía de rato en rato de lo que le estaba diciendo.
En un momento se paró y salió de la sala, cuando entró de
nuevo me preguntó cuando podíamos empezar.
Mientras intentaba bajar la intensidad del momento para no
crear situaciones que no habían sucedido, caminaba por aquellas veredas de la
universidad que tanto recorrí cuando era estudiante, los recuerdos venían a mi
memoria de forma incesante, como aquella vez que luego de una práctica de Mate
1 en generales, con todo el pabellón de estudios generales lleno de gente, me
paré en una jardinera para buscar un amigo entre la multitud y cuando lo
encontré salté al suelo con tan mal cálculo que terminé aterrizando con los
brazos hacia delante y la mochila en la espalda que no estaba cerrada y todos
mis papeles y cuadernos salieron volando delante de todo el mundo. Papelón total,
pero me hice el loco, me paré como si no hubiera pasado nada y fingiendo que no
escuchaba las carcajadas de todos los presentes cercanos a mi. Dignidad ante
todo, incluso si tienes que comerte el dolor en la rodilla para no cojear.
Parece que fue ayer. No se trata tanto que la vida pase
muy rápido, sino que nuestra capacidad de guardar las experiencias importantes es
más intensa y los recuerdos archivados quedan más a mano cuando crecemos, y nos
acordamos tan bien de ellas, que parece que ha sido hace poco.
¿Le dije el precio del proyecto? Porque en la universidad
todos son muy buenos y agradables y les interesa los servicios que les ofreces
hasta que les dices el precio, como si no tuvieran, que son S/. 700 de promedio
del crédito por 10,000 estudiantes mas o menos. Si son 20 créditos de promedio
por ciclo, cada estudiante paga un promedio de 14,000 soles por ciclo. Si lo
multiplicamos por 10,000 alumnos nos quedamos sin pelo. Pero para invertir en
proyectos de estudio de la humanidad del ser, pues resulta que no les alcanza
la plata.
Pero me dijo “cuando empezamos?”, o tal vez me lo inventé y me
dijo ándate a tomar por culo, y por el sonido del aire acondicionado entendí
mal.
Cuando paso por el pabellón de Derecho, me quedo un rato mirando,
hacia la biblioteca. En la plaza de en medio
hay una estructura de metal que parece el caparazón de una tortuga
biónica, que muy bonito pero innecesario, vamos que sabemos que al no tener
fines de lucro, tienen que gastar excesos de activo.
Cuantas tonterías hicimos en ese patio. El pabellón de derecho
en frente del pabellón de comunicaciones, los que iban en terno a dar examen
oral, frente a los que iban en pijama a filmar sus cosas. Tremenda ensalada se
hacía en medio. Igual yo siempre me sentí más identificado a los de enfrente,
pero no me daba cuenta.
Recordé la primera clase de la facultad, cuando el profesor
nos hizo salir uno por uno al frente a hablar delante de todos, exponiendo la
causa principal por la cual estudiábamos derecho. Que puto roche, pensaba. Cuando
salí, rojo como un tomate, con miedo de caerme como aquella vez en estudios
generales, levanté la mirada y vi como 60 ojos juzgadores atentos a mi como si estuviera
a punto de decir la clave de la vida ¿Cuándo coño están unos chavales de 17-18
años tan atentos?
Dije lo que se me salió del alma, “quiero estudiar derecho
porque quiero ayudar a las personas a encontrar justicia” cuando terminé miré
al profesor como pidiéndole por favor que me deje ir a mi sitio y volverme
invisible de nuevo.
Justo en ese momento vi la carita de una chica que me
enamoró y gracioso fue que años después tuviéramos un tórrido romance. Que todavía
no pasa, pero se la tengo jurada y en cuanto se descuide …. Es que cuando se me
mete algo en la cabeza, ya puede correr todo lo que quiera, pero no esconderse. Hablo de personas y situaciones.
Quien diría que luego de muchos años, esa situación que
tanto me incomodaba, de estar hablando frente a un grupo de gente, se me
hiciera tan excitante, fácil y deliciosa.
Se pasearon por mi cabeza todos los hermosos galifardos que felizmente acompañaron
mi camino universitario, unos más diablos que otros, y que ahora andan la
mayoría tan maduritos y seriecitos, con su diligente excepción, aquel carismático
que sólo envia audios al grupo de wasap que casi nadie escucha.
Me acordé de aquella olimpiada de derecho en la que hicimos
justo papelón en el campeonato de fulbito, pero nos importó poco porque de ahí
nos pusimos a coleccionar muchas chapitas de cerveza.
Recordé aquella tristemente situación mediática que sucedió
en un almuerzo de derecho que tuvo a mal traer a una buena amiga durante buen
tiempo. Cuando una persona quiere mentir
para hacer daño, puede hacer mucho daño, incluso a gente que está fuera de su
radar del perjuicio.
Regresé a mi, ya estaba llegando al estacionamiento que está
detrás del pabellón G. Cuando subí al carro y cerré la puerta me quedé
pensando.
Cuando llegaba no miraba a los ojos, se entretenía con lo que tenía que hacer,
con sus audífonos que rompen el silencio con música electrónica.
Su pelo castaño lacio cae encima de sus hombros, sus ojos
redondos con pestañas largas, te hacen ver a un hermoso ángel con capacidad de
inferir placer tan sólo con su sonrisa angelical, que sólo la muestra cuando le
digo un bonito hola.
- - Que buena playa, estás bronceadita
- - Jajaja si, estuve en Punta Hermosa el fin de
semana
- - Que rico, que tal lo pasaste?
- - Bien, en playa blanca en el día y en la noche nos
fuimos a una fiesta.
- - Con quien estuviste?
- - Con unas amigas y mi novio
-
El proyecto lo trabajamos de forma semipresencial, nos juntamos
2 veces por semana y luego gestionamos el avance a
distancia gracias a la maravilla del internet.
No me costó mucho soltarle confianza, fue preguntarle por
sus tatuajes, sus fds y hablarle de música, para que se suelte. Especialmente bonito es el
tatuaje que tiene en la muñeca con su firma. La falta de confianza inicial se convirtió,
en pocas semanas en confianza absurda, al punto que ya me dice flaco o cabezón.
Me encanta como se viste, no tiene intención de verse más
bonita a través de la ropa o maquillaje. Claro que no lo necesita. Va en jeans
y zapatillas, pero se le ve superlinda. Con el viejo truco de jugar con su pelo
de rato en rato me deja alucinado. Intento hacerme el loco o el duro, pero por dentro estoy que me derrito, mala señal para el proyecto.
Y para el novio.
Yo mono (m) : Yo no necesito mejorar como
persona, yo estoy muy bien, tengo todas las respuestas para lo que necesito y
soy un amor de persona, sin carencias ni debilidades. Si nuestra sociedad no se
ha desarrollado lo mínimo necesario, se debe desde luego, a culpa de otros,
nunca mía. Yo soy listo y tengo todo lo
que necesito.
Pero ¿qué es lo que yo necesito?
1)Un
par de zapatillas o un perfume que no me hacen real falta pero me hacen ver bien bonito, y es barato, cuestan sólo S/.300.
Yo Búho (b): Hola Daniel, soy tu último nivel de consciencia, y antes que me termines matando por vivir en cruise control, te voy a susurrar algunas cosas:
Tal vez te sirva para creer que te ves bien bonito y para aparentar mucho, subcortical
forma de alimentar superficialmente tu autoestima, pero de esto último no te das cuenta porque
estás mirando taradamente tus zapatillas, o tal vez,
si te das cuenta pero no te interesa trabajarlo de manera profunda, porque piensas "así
soy y así me quieren y si no, ahí está la puerta"
Total, es más
fácil comprar otro par de zapatillas que te alegrarán la vida por unos
cuantos días más, ojalá hasta fin de mes, cuando apuntales nuevamente tu tarjeta
de crédito hacia una nueva inyección de superficial felicidad.
No me gustan las multitudes, por eso no me gusta cuando el
gimnasio está lleno. Es que la sensación de no poder moverme a voluntad o
sentir invadido mi espacio. Pero lo que más joroba, son los que van al gimnasio
porque al parecer los botan de su casa.
Está el que va al gimnasio a ver Netflix el muy hijueputa.
Se sienta en las máquinas a ver Luis Miguel el muy cabrón, ocupando sitio
innecesariamente, totalmente desatendido de lo que sucede a su alrededor, y cuando le pides la máquina,
por estar con los audífonos y con la mente en la luna, se demora en darse
cuenta que le estás hablando y luego te mira a una velocidad absurdamente lenta.
No me jodas chaval,
si te botan de tu casa, ándate al parque a ver Luis Miguel. Encima, en lugar de
llevar su botella de agua, lleva su coca cola para acompañar el muy pendejo. Ya
en esas, le faltará poco para ir al gimnasio con canchita y hot dog. Da ganas
de ir por detrás, quitarle los audífonos rápidamente y gritarle : despierta!!
Estuve meses intentando ubicar piso por internet antes de
ir, pero la cruda realidad me hizo reservar un hotel por 1 semana. El flujo de
encontrar piso se hace básicamente en persona, la gente quiere conocer
directamente al inquilino, asi que mis intentos por hacerlo por videollamada fueron
infructuosos.
Mi segunda candidez fue pensar que luego de 1 semana en un hotel,
iba a encontrar piso. Jajajaja se burló
la realidad de mi.
Lo único bueno del hotel eran su ubicación y la
recepcionista argentina. Aunque como no
conocía la ciudad, sólo iba del hotel a la escuela y de ahí salía a caminar
como si estuviese atado al mismo con una cuerda de unos 300 metros de longitud.
Salia, caminaba un poco y decía, ya hasta aquí está bien, y volvía por sobre
mis mismos pasos.
Buscaba piso por internet, llamaba, escribía, vi un par pero
quedó en nada. Tuve que sacar un piso en Airbnb por 2 semanas.
Estaba a 3 cuadras de la Sagrada Familia, mi compañero de
piso era Jose María Tarragó, un tio de unos 70 años que iba solo por la vida, no
tenía a nadie, por lo que rápidamente nos encariñamos mutuamente. Me contaba
sus historias de amores intensos en Marruecos, Italia, Panamá, India y etc. Era
un don juan que tenía historias por todo el mundo.
En ese momento, me
contó, se estaba trabajando a “una chavalilla de 45 añitos”.
Cuando se cerró la puerta del
ascensor me di cuenta que tal vez nunca más iba a estar ahí. Mientras bajaba
hasta el sótano con mis 2 maletas bien cargadas, sentía un nudo en la garganta
muy amargo que no me dejaba hablar.
Ella me apretaba la mano muy
fuerte mientras me decía lo lindo que iba a ser cuando ella vaya, que íbamos a
conocer mucho y viajaríamos a París y Roma. Con la mirada perdida en las
maletas, no atinaba a responder.
Mientras miraba por la ventana las
últimas imágenes melancólicas de la ciudad, sentía que quería bajarme del carro
para perder el vuelo y decirle que mejor nos íbamos el fin de semana a la playa,
a hacer parrilla y tomar chilcanos, como tantísimas veces.
Esperando la hora del vuelo en el
food court del aeropuerto, me conversaba de lo traviesos que eran sus perritos,
con la finalidad que se me vaya la tristeza. Yo sólo le sonreía, intentando no
llorar. No comí nada de lo que me pedí, no tenía hambre.
Nunca me han gustado las despedidas,
y ahora tenia que hacerlo de la persona que más quería, en teoría
momentáneamente.
Nos despedimos en la puerta de la
zona de embarque, nos abrazamos fuerte
Los halcones son aves de presa conocidos por su eficacia en
la caza y sus fabulosas habilidades de vuelo basadas en su velocidad y vista
privilegiada, que le permite visualizar a su presa desde largas distancias.
El héroe de nuestra historia es Falco, un halcón valiente,
grande y poderoso, que cuando visualiza una presa, inicia una persecución
implacable que normalmente termina ganando, devorando a su presa con ganas, e
incluso la presa con placer de estar siendo comida por Falco.
Aquella vez, hace muchos años, Falco divisó una presa
sabrosa y deliciosa. Se lanzó en picada para capturarla y comérsela, pero la
presa tuvo la pericia, adquirida por la experiencia de muchos ataques previos,
de realizar un escape estratégico.
La persecución fue larga y sentida, durante varias lunas con
sus días. Luego de algún tiempo, Falco se dio cuenta que para capturarla, tenía
que cambiar de estrategia, así que decidió acercarse de otra manera, menos
depredador y más estratégico.
Cuando pasé a recogerla, estaba
esperándome sentada en la silla del guardian de la casa en la que se estaba
quedando. La falda corta hacía que se le vieran las piernas cruzadas bien bronceadas,
firmes y duras como siempre. La sensualidad femenina es innata en ella, a tal
punto que el roble más firme se puede tambalear como un débil helecho.
Cuando subió al carro, nos miramos
sonriendo un rato sin decir nada, como escudriñando aquello que por mucho tiempo que haya pasado, sabes que en parte sigue siendo tuyo. Esa complicidad de tantas
aventuras inocentes y perversas marcadas en la piel como como se hace con el
ganado para profesar al mundo la autoridad que se tiene sobre el benefactor.
A pesar de tener toda la
confianza del mundo, la conversación mientras buscaba la salida más cercana a
la via expresa, era nerviosa y superficial sobre carrera y relaciones sociales.
Estaba contenta con su vida, tenía todo lo que quería y más. Esa ambivalencia
de mujer segura y tierna es tentadora.
Paramos en un semáforo, mientras
ella hablaba sin parar como loro tartamudo, bajé la mirada hacia aquel
cuerpo que tantas veces devoré con hambre famélica. No ha cambiado nada, de ser
posible incluso, está más apetecible. Y empecé a sentir hambre.
Hace medio año corría 85 kms por
semana, casi sin notarlo por la costumbre. La gente me decía que andaba muy
flacote, pero yo no lo veía. Me sentía bien. Nunca me pesaba, hasta que un día
divisé una balanza distraída y decidido fui corriendo a atacarla.
Su respuesta fue un gancho en pleno cacharro,
me dio insultantes 68 kilos, peso pluma.
Fue tal la impresión, que dejé de correr 1
mes, y empecé a alimentarme como caballo. En ese mes comía un panetón por
semana y alrededor de 3 panes, un plátano, un huevo, media piña y un café de
desayuno. Después de ese mes me volví a pesar y estaba en 75.
Claramente se había acabado el
recreo y volví a las pistas y le bajé a los panes en el desayuno. Extraño aun
mi panetón semanal.
Los domingos toca fondo. Antes
hacia entre 20 y 25 kms pero ahora sólo hago 18. Para no desintegrarme y además
el sol quema duro. Dicho sea de paso, no me levanto a las 6 am del domingo para
correr. Salgo cuando me levanto, dependiendo de la noche anterior.
Muchas veces he salido con
facunda resaca que se me quita toda en km 7 pero como Luke Skywalker, cuya
aliada poderosa es la fuerza, vuelve
risueñamente empoderada 1 hora después de haber terminado.
Las personas somos seres de costumbres. Casi la totalidad de
las cosas que hacemos estando conscientes las hacemos de forma inconsciente a
través de hábitos.
Para no romper con esta nefasta realidad, el primer sábado
del verano del 2019 lo pasé de la misma forma que el último sábado del verano
2018: sin estar en la playa.
La verdad es que me gusta la ciudad en verano, casi no hay carros por la calle. Había salido un
sol poderoso que exhortaba tomarse una sino dos cervezas super heladas.
Entonces como todo Batman tiene su robin, le escribí “solazo,
vente a mi casa para unas chelas”. Cayó sobre las 5 y nos sentamos en el balcón
a refunfuñar por estar en lima y no en Máncora.
Además del reggaetón, nuestro entretenimiento era ver como el sereno daba vueltas y vueltas al parque. Se habrá dado unas 48
vueltas caminando al parque. En una de esas se apareció con una botella de
gaseosa que no vimos de donde la sacó. Tal vez fue a la bodega que está a 6
cuadras para luego volver a su buena rutina de trompo mareado alrededor del parque.
Que aburrido debe ser ese trabajo, sin nada que hacer ni en
que pensar. Cuando no hay situaciones que resolver el cerebro tiende a buscar
algo de que preocuparse, porque necesita resolver situaciones, es uno de sus
principales trabajos. Entonces al no tener nada en que pensar, se inventa
historias y es cuando aparecen los “miedos fantasma”. Es decir, una mente ociosa
se inventa problemas que no existen.
Al rato llegó el supervisor en moto. El sereno sacó su
libreta y empezaron a conversar mientras el trompo la leía. Creemos que le hacía el reporte de sus
vueltas al parque : Primera vuelta, sin novedad, segunda vuelta sin novedad,
tercera vuelta sin novedad, cuarta vuelta sin novedad, y asi hasta la número
48.
Sobre las 9 de la noche, y como 8 latas de cerveza y sendas visitas al baño, escribimos a tutiplén, con obvia y
ausente respuesta, salvo la de un loco amigo de la infancia que estamos seguros, oye voces, pero felizmente le dicen que haga de payaso o reniegue de todo. De ahi no sale.
Sobre las 10 nos subimos a la camioneta de robin y nos fuimos al bar
del cual nos estamos volviendo caseritos. Es que hay una mesera linda. Como
buena venezolana, es super amable, conversadora y risueña.Hasta para decirte hola, te clava los ojazos
verdes mientras te mete un uppercut con su sonrisa que te deja groggy. Y a mi
me gusta el golpe, que le vamos a hacer. Es super delgadita, con un cuello fino
y una voz angelical.
-Hola chicos, como están? - nos dice sonriendo mientras nosotros
balbuceamos una respuesta similar, inmersos en una mezcla de cebada y sonrisa. Madre mia como está la
chama.
Al rato llegó el loco. Estuvo filosofando sobre la primacía
de nuestro placer urbano por sobre la autorrealización familiar, vamos que ni
un cura nos hubiera echado tanta bronca. En otro
momento le hubiera hecho espejo para que dé cuenta que la influencia que
ejercemos sobre él es tan fuerte, que lo hace estar pendiente de lo que no
hacemos por haber perdido la libertad de sus antiguas máximas
convicciones, ahora transformadas contra su esencia. Vamos lo que se llama
envidia de posibilidad alterna. Pero estaba yo muy bebido y embelesado con
la magia de miss Venezuela, que intentaba dejar de prestarle atención, pero es difícil.
Y es que cuando empieza a hablar, te jodiste porque no
parará nunca. Seguro debe seguir hablando ahora mismo el muy pendejo, porque
también habla solo, claro. Pero fuera de su intensidad, te hace reir. Incluso
tiene un grupo de wasap sólo para el y su alterego.
Cuando decidimos que ya era hora de marchar, me acerco a miss
caribe, y le recrimino, en buena manera, de la razón por la cual no me habia escrito.
La vez pasada le pedí su numero y en acelerada respuesta, que me hace pensar que es su modus operandi,
acostumbrada a este delicioso juego del toma y dame, me pidió el mio y dijo que
me escribiría.Y vamos, yo que cuestiono
todo lo que veo y escucho, estaba ya como para creerle.
Su respuesta fue célebre, aun no entiendo como reuní tanta
fuerza para no estallar en carcajadas en su mera pretty face.
-Es que se me perdió tu tarjeta – me dijo – no tienes otra?
- Si, tengo 700 más porque salen por millar – pensé.
- No, justo acabo de entregar la última - fue mi irónica respuesta.
-Ah entonces dame tu teléfono y te grabo – me dice.
Torpemente saco mi teléfono e intento buscar mi número,
porque claro, no me lo sé. Fue cuando ella muy segura de si misma, me sacó el teléfono
de la mano, entró rauda a mi guasap, entró a mi perfil, vio el número, lo
apuntó en su teléfono y me mandó una carita, sonriente claro está. Luego me devolvió el celular. Todo en 4 segundos, denotando un entrenamiento envidiable durante
25 años.
- - Perdona, me siento un poco ….
- - Ebrio – me responde
- - Nooo que va. Bueno si.
Me despedí con un delicado y confiado beso.
Camino de casa, mientras en mi cabeza sonaba la canción "I feel good" de James Brown, veo su foto de perfil. Estaba ella con un
hombre y una niña, todos abrazados. Me había dicho que no tenia novio y al
parecer, tiene esposo e hija, tal vez en Venezuela. Pero bueno, querrá echarme un polvo.
Al dia siguiente, su foto de perfil cambió a una en la que
sale sola, mirando a la cámara con esos ojazos verdes y (claro que adivinaste)
una gran y hermosa sonrisa.
Le iba a escribir, pero en eso me llegó la respuesta de una
platónica. No llega a ser amor, pero si platónica, que me hace temblar cuando
me mira. Y es platónica por una razón que no me queda muy clara o en mi característica
rebeldía, me niego a entender.
Y estuvimos hablando toda la semana, por lo que me olvidé de
miss Venezuela.
Tal vez con el riesgo que la omisión de interés por mi
parte, haya mojado la llama de la oportunidad. Que a miss Venezuela no le
faltará galifardos que se rindan a ella.
La verdad me da igual, es que la platónica es lo que es.
Siempre quiero lo que no puedo tener. Aunque al final
siempre lo obtengo, no es en la forma en que quisiera. Y ya van varias.