Desde la época
paleolítica las personas se han visto obligadas a utilizar la fuerza para
lograr su superviviencia y consecuente evolución. Desde salir a cazar alimento,
hasta entablar guerras para esclarecer
conflictos territoriales, adquisición de fuentes de energía o simplemente para
calmar la agresividad del ego de ciertos personajes lamentables.
Estando en la
época de la tecnología digital y con los avances a velocidad del rayo de los
que afortunadamente somos testigos, las personas seguimos dependiendo de la
fuerza para una mejor existencia. Sólo que la fuerza que necesitamos ya no es
tanto física, ahora predomina la fuerza mental.