jueves, 9 de abril de 2015

Aquella tan popular, pero no por guapa ni simpática

De las 88,000 palabras registradas y aceptadas por la RAE, hay una que no me gusta nada pero tiene mas uso del que debería. Esto empeora con las connotaciones que le da la gente, que la usa indiscriminadamente para calificar cualquier situación en la que una persona no logra el objetivo propuesto.

Es una palabra que limita el poder de las personas por miedo a engrosar su deteriorado concepto. Es un hoyo oscuro en el cual nadie quiere caer, y para evitar eso la mayoría de gente prefiere no iniciar el camino.


El fracaso como palabra tiene un concepto muy negativo, pero es más utilizada de lo que realmente se necesita.  Cuando se comete un error, cuando se falla, cuando no se logran los objetivos propuestos, se asocia dichas situaciones al fracaso.  Por ello vamos a diferenciar el fracaso del fallo, o del error, o de los resultados no logrados.

El fallo es un paso previo a la victoria. No hay muchas situaciones de victoria que no lleguen después de varios fallos o errores. Todos tenemos derecho a fallar, a equivocarnos,  a cometer errores. Todos lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo. Si empezamos por asimilar que vamos a seguir cometiendo errores y que eso no significa que hayamos fracasado, nos sacaremos esa presión de la cabeza.

Cuando se presenta un fallo, tenemos dos opciones: o establecer subconscientemente que no estamos capacitados para ello y mejor no volver a intentar; o estudiar y mejorar la ecuación y volver a intentarlo tantas veces como sea necesario hasta conseguirlo.

La vida es un camino lleno de obstáculos y situaciones desconocidas que debemos saber aprovechar para aprender a caminar mejor. Cada fallo es una oportunidad de aprendizaje, mientras más errores cometamos, más sabios nos volvemos. Nadie camina por su vida sin cometer fallos, pero hay gente que se diferencia por no darle mayor importancia a dichos fallos, salvo tomarlos como oportunidades de mejora.

El fracaso es no intentar nuevamente cuando no conseguimos nuestros objetivos, por miedo a volver a fallar. Cuando se falla, se aprende, se mejora y se vuelve a intentar, tantas veces hasta conseguirlo.

Quien falla y se deja caer y piensa que por sólo 1 vez que intentó y no lo logró, nunca lo podrá conseguir, es una persona que está fracasando. Sólo fracasa quien no logra su propósito y no vuelve a intentar por miedo a nuevamente fallar.

Mientras se siga intentando, a pesar de los fallos o derrotas, no habrá fracaso. Una de las cualidades básicas para lograr lo que nos proponemos es la perseverancia, que no hay que confundir con la obsesión.

La perseverancia es seguir insistiendo en algo que queremos conseguir, asumiendo que podemos a fallar, pero con la determinación de  aprovechar cada fallo para aprender tantas veces como sea necesario hasta conseguirlo. La obsesión es ir contra la pared siempre de la misma forma sin estudiar y evaluar el plan.


Todos podemos conseguir nuestros objetivos, pero hay que tener paciencia y perseverancia para lograrlo. No asociar las derrotas o fallos, con el fracaso. No hay fracaso mientras se esté dispuesto a aprender y a seguir mejorando para lograrlo.

Como dice David Fischman, el fracaso no es un resultado, es una actitud. La actitud es la forma como tomamos las cosas que nos suceden. La derrota duele, pero también enseña y enriquece.

Otra virtud importante a tener en cuenta para evitar caer en el fracaso, es el entusiasmo. Las personas entusiastas no se desaniman y si lo hacen, el desánimo les dura poco y luego vuelven a tener la misma ilusión por hacer las cosas y lograr lo propuesto. Es muy importante tener un alto entusiasmo, porque de lo contrario no va a haber ganas de seguir intentando algo en lo que se está fallando constantemente.

Podemos aumentar nuestro entusiasmo con la automotivación. Nuestro cerebro toma de la misma forma si alguien te dice las cosas o si te las dices tú mismo. Si alguien te dice algo positivo, tú te sentirás bien y si alguien te dice algo negativo, te sentirás mal. Pasa exactamente lo mismo si eres tú quien te dice las cosas.

Las personas más influyentes son excelentes automotivadores, saben que la persona con la que más hablan durante su vida es con ellos mismos, y por eso se hablan bien, se motivan y se animan durante todo el día. ¿Cómo te sentirías si durante todo el dia tuvieras a 10 personas dándote ánimo en todo lo que hagas? Igual te sentirás si lo haces tu mismo.

Un alto porcentaje de las batallas no se pierden por la superioridad del contrincante, sino por que quien perdió, dejó de luchar en determinado momento.

Dicen que Edison dijo que no había fracasado, que sólo había encontrado 1,000 formas de cómo no hacer un foco.

Dice Kiyosaki que hay 2 tipos de personas: los que tienen miedo a perder y los que no les gusta perder. Los primeros no intentan por dicho miedo, los segundos intentan, pierden,  se pican y vuelven a intentar. ¿Con cuál de ellas te identificas?

Las pequeñas derrotas originan una gran victoria, asi que no hay que desanimarse si las cosas no salen como se espera, a esta altura se está por el buen camino, pero falta recorrerlo hasta el final.

Mientas mas fuerte la lucha, mas intenso es el sabor de la victoria.

Si no estás fallando es que no estás intentando, y si no estás intentando no estás avanzando.

                      Aqui abajo, un video de 47 segundos de desahuevina pura, disfrútalo




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