domingo, 13 de septiembre de 2020

El huracán llamado Alba

Hacia 5 meses que habia vuelto de España. Habia vivido allá los últimos 4 años y recién estaba reinsertándose en Lima. Todos sus amigos tenían ya un ritmo de vida al cual él tenia que ir acomodándose. Muchos ya estaban casados y con hijos, así que ya no los tomaba en cuenta para salir.

En España no se hablaba nada de ingles. Sólo cuando se cruzaba por ahí con alguno de los muchísimos turistas que hay, podía hablar inglés. Lo que mas había era guiris, palabra que sirve para definir a los estudiantes extranjeros no hispanohablantes. Pero ellos quieren hablar en español, así que cuando se les intentaba conversar en inglés, ellos pedían que sea en español, porque tenían que practicar.

Entonces el inglés casi no se usaba. Cuando iba al cine, todas las películas estaban traducidas, cuando veía tele, las películas traducidas, cuando oia radio, los títulos de las canciones traducidas al español o en el mejor de los casos, pronunciada en su nombre original en inglés pero de una forma que haría que Shakespeare se revuelva en su tumba.

Fue así que al llegar a Lima, Darío se dio cuenta que había perdido un poco su habilidad para el inglés.  Así que decidió volver a matricularse en el instituto de inglés de toda la vida.

Le hicieron un examen de calificación y en contra de lo que pensaba, cayó en Avanzado 2.  Pero no había curso en el horario que quería, solo había por la mañana o por la tarde. La encargada le dijo que tenia un Avanzado 1 por la noche, si quería bajaba un nivel y se ponía en ese. Dario pensó 5 segundos para decidir bajarse un nivel y agarrar el horario de la noche.

El curso empezaba a las 7:40 pm. El profesor que le había tocado era uno todo gordito y medio amaneradito. El nivel del instituto era algo bajo, así que el primer ciclo lo pasó sin problema alguno, más aburrido que divertido. Pero Darío no estaba ahí para divertirse, estaba ahí para mejorar su inglés.

El primer dia del segundo ciclo decidió llegar temprano,  para coger el sitio más cómodo del salón. Esto era importante ya que se sentaría ahí todo el ciclo.

El salón quedaba justo en frente de las escaleras del segundo piso, por lo que mientras iba subiendo, la puerta del mismo aparecía de a pocos ante sus ojos. Cuando terminó de subir, vio a una chica sentada en la primera carpeta, justo delante de la puerta.

Estaba distraída leyendo sus libros de clase, nerviosa o tímida por empezar una nueva clase con gente que no conocía. Prácticamente tenía metida la cara en el libro. Cuando Dario entró al salón, ella alzó la vista.  Cruzaron miradas por  1 segundo, tiempo suficiente para que él se asombrara de lo bonitos que eran sus ojos y pensara “uy, tu quien eres?”.

Se sentó en cualquier carpeta, olvidándose de cual había sido la intención de llegar temprano. Como ella estaba sentada en la primera carpeta, era fácil de mirar. Y él la observó un rato para tratar de descifrarla. Tenía el pelo negro, largo y bien cuidado. Era flaquita y estaba vestida relax, zapatillas y jean, lo que le gustaba a él.

Durante la clase,  cada vez que le preguntaban, ella respondía dudosa, nerviosa, con miedo de equivocarse, con una voz ronquita y los cachetes se le ponían colorados.

“que linda!  pensó Darío.

Al terminar la primera clase, se fue aliviado, tranquilo. Había estacionado su carro justo en la puerta del instituto, gracias a que llegó temprano. Subió, prendió el motor y cuando iba a retroceder, la vió salir por la puerta y otra vez se la quedó viendo. Tenia el cuerpo simétrico, cuello largo y hombros amplios. Tenía pelo negro y lacio,  los ojos verdes y los labios rojos.

Oye la miras mucho, no? – dijo la voz en su cabeza.

Y se llamaba Alba, un nombre que siempre le había gustado. Alba.

Con el pasar de los días en clase, Alba iba agarrando confianza, la timidez fue desapareciendo,  y de a pocos asomaba su verdadero Yo.  En realidad era un huracán, inquieta, traviesa, incluso intimidante.

Dario la miraba con especial atención mientras ella participaba en clase. Luego de lo cual se recriminaba, pero no por mirarla, sino por disfrutar cuando lo hacia.

Una clase, más por voluntad que de coincidencia, terminaron sentados en carpetas contiguas, por lo que tuvieron que trabajar juntos. Era la primera vez que hablaban directamente. La química, tímida al inicio, se empezó a manifestar.

Llegado el dia del examen de fin de curso, el profesor organizaba a los alumnos en como deberían sentarse. Curiosamente, le pidió a Alba ocupar la carpeta delante de Dario. Ella se acomodó en el sitio que le habían indicado, y mientras esperaban que comience el examen, Alba volteó y le dijo a Dario que no había estudiado.

Conversaron un rato.  Hasta que empezó el examen.

Darío se dio cuenta que su respiración se había acelerado y estaba inquieto. La primera impresión de Alba, cuando la vio tímida en su carpeta leyendo sus libros, había estado equivocada. Al contrario de lo que pensó, era una chica muy desenvuelta y con mucha personalidad. Y eso lo  intimidaba. Siempre lo habían intimidado las chicas con personalidad deslumbrante, y Alba la tenía.

Darío se quedó mirando como su pelo caía por su bien formada espalda. Hasta que le pusieron el examen en la carpeta. Volvió a la realidad y trató de concentrarse en lo que debía.

Pero sólo podía pensar en que la quería volver a ver.

La siguiente semana se encontraron de nuevo. La química iba en aumento con la libertad que la confianza entre ambos les otorgaba.

Empezaron a conversar mucho, se miraban, se reían, se buscaban. Darío había perdido el enfoque inicial de las clases. Ahora aprender, había pasado a ser secundario.

Alba era inquieta, traviesa, divertida, el terror de cualquier profesor. Eso llamaba mucho la atención de Dario.

Un buen día, saliendo de clase, estaban ambos conversando, cuando Darío llegó a su carro le preguntó : quieres que te jale?


Ella vivía a pocas cuadras del instituto. Iban conversando y riéndose de todo, era un momento de Flow, es decir conexión absoluta sin libreto, sin poses, sin suposiciones, solo natural, transparente y espontáneo. Era riquísimo.

Cuando llegaron a su casa, ella le pidió que se estacione un poco más allá de la puerta. Darío lo hizo y le preguntó la razón.

-                  - Es que no quiero que mi mamá vea – respondió Alba.

-                   - Ah? Y eso? – preguntó Dario.

-                   -  Es que si me ve bajando de un carro, me castiga.

-              - jajajaj, qué? cuantos años tienes oe jajaja – le dijo como chiste.

-                 - 17.

domingo, 30 de agosto de 2020

Historias con Morbo 1

Quedaron en ir juntos a la playa. Dario pasaría por ella a golpe de 12 del dia. Pero la puntualidad no era uno de sus puntos fuertes. Y ese dia, no fue la excepción. La reunión se alargó y el todavía tenia que ir a su casa a sacar sus cosas.

Se habían conocido semanas atrás, en la casa de una amiga en común. No habían hablado mucho, así que no había confianza ni fluidez.

Floripondia, al evidenciar la demora, lo llamó para, elegantemente, decirle que se  apure. Dario estaba por llegar a su casa. Una ducha, cambio de ropa y en 40 minutos pasaría por ella, lo cual era una mentira del tamaño de un estadio. Pero sirve para aplacar los reclamos.

Dario entendía que las mujeres aman el bronceado  y unos cuantos minutos más o menos de sol, lo consideran bastante diferencia. Intentó acelerar su ritmo pero igual terminó pasando por ella como a las 2 pm.

2 horas tarde, lo usual en él.

La llegar la llamó para que baje, y ella salió rapidito, con un vestidito de playa de un material tipo paredo, bastante coqueto. Él  guardó la maleta y  enrumbaron hacia el sur.

El camino hacia la playa fue lento debido al tráfico. Ella vivía en Miraflores asi que fueron por la Costa Verde subieron por Chorrillos y agarraron Huaylas. Todo el recorrido estaba atorado por el tráfico.

La tardazan de Darío le comía la consciencia “debe estar puteándome por dentro, va a perder mucho sol”.

Durante las casi 2 horas de camino, la conversación brilló por la ausencia de química, sobre temas intrascendentes como trabajo, viajes, etc.

Floripondia, que le encantaba llenar los silencios,  le contó con detalle en que consistía su trabajo. Habia estudiado comunicaciones pero al terminar creó una marca de ropa. Creó su empresa pero nunca la hizo funcionar. Así que se dedicó a comercializar su marca de manera individual. No le iba mal. Hasta que dentro del mundo textil conoció a una chica que trabajaba en una empresa que elaboraba marcas extranjeras a pedido del cliente. Esta chica le consiguió una entrevista para un puesto similar al que ella tenía. Sólo tuvo una entrevista. No consiguió el trabajo. Pero su sorpresa fue mayor cuando un año después, recibe  una llamada de la persona que la había entrevistado un año atrás, la jefa del área. Queria que Floripondia trabaje con ella. Un año después esta jefa tomó baja por maternidad y Floripondia ocupó su lugar. Se dedicaba a establecer relaciones comerciales con clientes extranjeros y a estudiar los adelantos de la moda europea y de Estados Unidos. Asi que viajes a New York y Amsterdam se daban entre 5 ó 6 veces al año. Su trabajo soñado. Vamos, el de muchos.

El le contó que trabajaba de forma independiente,  con suerte hasta el momento le iba bien, pero quería hacer algo distinto, solo que no sabía qué.

Al llegar a la playa, se dirigieron directamente a la playa playa, si me hago entender, sin pasar a dejar las cosas en la casa, debido la hora.

 Floripondia le contó sobre su ex -enamorado. Se conocieron por amigos en común y estuvieron como 4 años. Se iban a mudar juntos. Hasta habían alquilado un departamento céntrico en Miraflores, pero sólo se había mudado él,  pues a Floripondia´s parents,  no les hacia mucha gracia. Luego de una pequeña discusión surgió la idea de separarse un tiempo, pues estaban dando un paso muy grande y no estaban seguros de seguir juntos. Y ahí terminó todo. Hacía 2 meses de eso.

-  Ahora te toca a ti - le dijo Floripondia con su siempre coqueta sonrisa, que parecía mas una invitación lujuriosa que una sonrisa de amabilidad.  Al menos eso queria creer Dario.

Asi que Dario le contó su historia. Habia estado 4 años con esta chica. Era una de las chicas mas bonitas que había conocido en su vida. Era alta, con cuerpo de modelo y un derrier de infarto. Tenia una cara dulce, ojos claros y una sonrisa que parecía dibujada con lápiz de grafito capaz de detener el tráfico. Era amiga de una amiga suya. Y la afanó unos 3 meses, pues ella había tenido una decepción y no queria volver a involucrarse. Hasta que un dia ella le dijo que no se afane mucho. El respondió que se vaya a .. no, mejor que respetaba su espacio y ya no la iba a buscar. A los 2 dias ella le dijo que había entendido mal, que sólo le había dicho que la espere un tiempo. Estuvieron 4 años.

El calor empezaba a arreciar, asi que Floripondia se metió al mar. Gran compinche don calor, pensó Dario mientras la veía caminar hacia el mar de una forma tan coqueta y sensual.  Que  hermosas son las mujeres, más aun cuando salen del mar. Dario se quedó mirándola desde su lugar en la sombrilla,  se deleitó con su forma de caminar, con su bonito y bien formado cuerpo, su piel bronceada y con su estilo al salir del mar a lo Halle Berry en aquella película de James Bond que ya no me acuerdo. Esa simple acción de ir al mar y salir corriendo para evitar que las olas las revuelquen, le da a las mujeres una capacidad fantástica de conquista.

-          Uy creo que ya la cagué - pensó Dario mientras la miraba embelasado.

Cuando se sentó en la toalla, Floripondia lo miró con esa sonrisa coquetísima, aparentemente dibujada por el mismísimo Asmodeo, - una chelita? – le dijo.

Antes que Dario responda, se escuchó un grito – yo también quiero una chela!

Era Chimuela, que había terminado sus prácticas para la fiesta de la noche y se acercaba corriendo porque la arena le quemaba los pies.

-Dale, traigo para los tres – dijo Darío mientras pensaba “ya te podías haber demorado un par de horas más”.

Miró a Floripondia sonriendo, y le dijo – Pilsen no? 


El día que Pierce Brosnan salvó a Halle Berry de morir ahogada en el rodaje  de James Bond - Infobae

domingo, 13 de octubre de 2019

La historia sin fin

8 meses después volvió a pasar, esta vez más intenso, más profundo, más mágico.


Tal vez esas tonterías del hilo rojo, del amor de vida, de la conexión espiritual, sean verdad.

Tal vez ella se sienta igual, tal vez no. 

La cosa es que esto no va a terminar, y nos vamos a arrepentir el dia que nos demos cuenta que debimos enfrentarnos y  unirnos física y emocionalmente de por vida. Porque eso es lo que la vida nos está pidiendo a gritos.  Pero seguimos jugando al "si debe pasar, pasará", en una ola de pasividad que nos hará lamentar cuando no haya vuelta atrás.

Nuestros caminos son muy distintos, tenemos vidas totalmente antagónicas, ella tan correcta y yo tan rebelde. Ella tan elegante y yo tan relajado.  Pero nuestros corazones se quieren juntar, y obvio no les hacemos caso. Al final quieras o no, manda el corazón, aunque vaya en contra de la lógica social.


domingo, 23 de junio de 2019

La cosa de las miradas, esas que te enseñan el alma, es peligrosa.  Cuando se encuentran 2 miradas que se mantienen un par de segundos solo, pero parece mucho más tiempo, ambas personas se dicen, tal vez incluso de manera involuntaria, que hay algo ahí. Y si conlleva una sonrisa adjunta, el destinatario se siente como bife a la parrilla, al punto de meterle diente, con su buena ensalada y aji de la casa.

Suelo tener ratos, momentos, de no bajar la mirada cuando siento que alguien me mira. No es siempre, pero es como un juego a ver quien la mantiene más. Con hombres no hay problema, al cabo de poco terminan bajando la mirada. Normalmente gano. Y a mi que no me gusta ganar.

Con las mujeres la cosa es distinta. No todas evidentemente, tristemente no las que quisiera, pero algunas mantienen la mirada y al rato me sueltan boca sonrisa que me hacen pensar “ay ya la cagué” porque mi intención no es darle alas a quien no va a poder volar. Si fuera la que me gusta me quedaría pegado mirando, pero en estos casos suelo hacerme el locaso.

Lo bonito es cuando estás mirando a tu bendición, de forma caleta, como siempre sin que se de cuenta y de ahí voltea y te clava sinvergüenza mirada sostenida por varios segundos, y no una, ni dos, ni tres, sino unas varias veces más.

Es riquisimo el comecoco que te haces cuando ello sucede “pero, ¿por qué me mirará así? ¿será por la misma razón que la mía o por otra menos babeante?

La primera es casualidad, al segunda es porque ella querrá confirmar sus sospechas, la tercera ya es consentida y a partir de la cuarta ya es coquetería. Al menos asi lo siento yo, y claro, alguna vez la he cagado.

Esta chiquita es bien mirona, es muy fácil encontrarle la mirada. El otro día estábamos ahí, donde siempre, haciendo lo de siempre, cuando me dije “quiero decirle me gustas, sin palabras”. Entonces decidí hacer el juego de la mirada inocente. La iba a mirar hasta que ella conecte su mirada con la mía y cuando ello sucediera, iba a poner cara de asustado, voltear la mirada muy rápido y negaría con la cabeza mientras miraba hacia el suelo. 

Todo esto, con mi inocente intención de hacerle creer que en mi cabeza estaba pasando un pensamiento de remordimiento y vergüenza de haberme sentido ampayado con las manos en la masa, in fraganti, en algo que no quería que nadie se diera cuenta.

Imagina que estás mirando a una persona que te gusta mucho en silencio, pero no quieres que se dé cuenta. Si esta persona voltea y te ampaya en una, tu carga de conciencia será tal, que pensarás que dicha persona te ha leído la mente, justo de lo que pensabas mientras la mirabas. Es decir, creerás que ya se dio cuenta que estás por ella a mil por hora.

Ella estaba a unos 3 metros de distancia, justo en frente mio. Cuando la miré, no pasaron ni 2 segundos para que ella levante la mirada del celular y me conecte visualmente. Fue perfecto, todo salió a pedir de boca.

En ese momento, puse mi cara de asustado de “uy se dio cuenta que la estoy mirando con estupefacción” y giré la cabeza rápidamente para fingir la absurdez del intento que no se diera cuenta. Vamos todo estaba planeado. Mi intención era que ella piense que me había cogido in fraganti, y que yo no quería que se diera cuenta, cuando en realidad era lo que quería.

Una vez que ella se dio cuenta que la estaba mirando, se acercó y me empezó a hacer la conversa. Como diría Anibal Smith, me gusta cuando un plan se concreta.

La secuencia de miradas libidinosas siguió, como en un jueguito inocente, sonrisas iban y venían. Cuando yo me doy cuenta que el tema va en doble sentido, me las doy de desinteresado, me gusta landear el asunto. Mientras más larga la espera, más rico es el enganche.

Luego de unos días, cuando la mirada se había estandarizado, sin haber hablado de ello, sin haber evidenciado nuestros deliciosos y profundos deseos sexuales por el otro, sin si quiera haber hablado mucho, la vi distraída en el teléfono, y para variar levantó la mirada y nos quedamos mirándonos sin roche, sin sonreir, sin hablar, sin pestañear, sin sentir culpabilidad.

Mientras seguimos mirándonos, me le acerco lentamente, ella abrió un poco los ojos, como sorprendida y nerviosa.

Cuando llegué donde estaba, habían sido unos 2 metros de caminata con la mirada clavada, ella me sonríe y me dice que está “cansadita”.

Yo la sigo mirando sin sonreir, sin hacer caso a lo que me decía, su cansancio era obvio, una excusa para llenar el vacío silencioso que reinaba entre las miradas, ahora a corta distancia.

- Si nos seguimos mirando así, tarde o temprano uno de los dos se va a terminar derritiendo, y hay muchas probabilidades que seas tu.

Le dije con toda la conchudez del mundo, porque la verdad, sentía por dentro que el que se iba a derretir ya en ese momento, era yo, si es que ya no había empezado a hacerlo, porque las rodillas me temblaban y el pecho se me salía.

Cuando oyó eso, ella dibujó una super sonrisa tímida en su carita linda, bajó la mirada mientras sus cachetitos se ponían rojitos y luego soltó una dulce, tímida y baja frasesita:

- Eres un idiota -  me dijo, mientras su sonrisa me daba la mayor alegría del año.



domingo, 2 de junio de 2019

He conocido a la chica de mis más renuentes y deliciosas pesadillas

He conocido, sin querer queriendo, que es la forma más deliciosamente embaucante pues te agarra desprevenido, a una chica encantadora.

Como suelo ser, no sé porque mi naturaleza es así, cuando diviso una chica con un intensa belleza física, tiendo a retraer, contra mi real querer por supuesto, todo atisbo de alago o amistad forzada, incluso le hago entender que para mi casi no existe,  ya que entiendo que suele estar acostumbrada a los “babas” término distinguido en España para referirse a aquellos galanes tira labia que se saben todos los adjetivos magnificadores de la belleza femenina que van desde “diosa” hasta “princesa” dejando en medio unos varios más.  Es decir, siento que es una chica acostumbrada a que se le tiren a los pies, y hacer lo mismo sería entrar en el común denominador siendo igual a todos, sin destacar, ocasionando que mis posibilidades, aunque remotas, disminuyan.

Es paradójico, e incluso puede ser estúpido, pensar que para que se fije alguito en mi, tengo que hacerle entender que me es indiferente. A veces funciona, otras no tanto.

domingo, 19 de mayo de 2019

La estrepitosa realidad de la ciudad prohibida

Sali corriendo porque, para variar ya estaba tarde. El taxi me esperaba ya en la puerta y yo ni si quiera me había puesto la corbata, claro en el taxi será. Era evidente esperar el tráfico de un día de semana por la mañana, gente estresada por la ingente cantidad de carros que ocupan la ciudad.

Esta es una gráfica bastante representativa de nuestra sociedad. Valoramos más nuestra dependencia al estatus, prefiriendo luchar contra el tráfico que adquirir otros medios de transporte que nos enfrasquen menos y nos diviertan más. Pero entendemos esto último como signo infravalorado de nuestra capacidad de tener.

Muy bien lo podemos ver en aquellas ideas espectaculares de tan idílico alcalde que pensaba que el tráfico se combate con menos parques y más carriles.

 Los países con mayor desarrollo socioeconómico tienden a minimizar el uso del automóvil, pero nosotros vamos unos añitos por detrás. En Holanda, Alemania y los países nórdicos priorizan al transporte ecológico sustentable antes que la proyección de la imagen de valor que creemos que nos da la capacidad de adquirir un auto.

1 hora es mi tiempo estimado desde San Borja hasta el centro empresarial. Si fuera un domingo, el tiempo sería, según maps, de 21 minutos.


domingo, 5 de mayo de 2019

Eres un guapito pituquito de mierda

Estos son un grupo de amigos de toda la vida, super diferentes unos de otros pero acostumbrados a gestionar sus indiferencias en base a la cantidad de años que se conocen. Separando que todos han madurado, cada uno en su estado, cuando se juntan, el grupo que se forma gestiona una inmadurez colectiva casi imperceptible para los que lo conforman, pero evidente para los que observan desde fuera.

Podríamos, en buena fuente, diferenciar a los integrantes en las siguientes categorías: El carismático, el equalizador (especialista en mantener el equilibrio), el quejoso y el rebelde social.

Pocas veces se reúnen, por distintos caminos de vida, pero cuando lo hacen salen las personalidades características fijas de la identidad individual.

Sábado 9 pm, barranco, bar característico de la zona con decenas de años de existencia rural, mesas de restaurante, sin música, los comensales son extranjeros o bohemios y gente como este grupito ansiada de mirar algo distinto a los bares de siempre. No es necesario viajar para conocer otras culturas.

Luego de las 7 pm es difícil encontrar mesa, por lo que tuvimos que esperar fuera que se desocupe una, con suerte una distante al baño que suele regalarnos olores inopinados de biológica procedencia. BTW, puedes ponerle un poco de bicarbonato a la olla de frijoles que te zampas en el almuerzo, chavalito.