sábado, 12 de enero de 2019

2019: Un sereno, una venezolana, un loco y una platónica



Las personas somos seres de costumbres. Casi la totalidad de las cosas que hacemos estando conscientes las hacemos de forma inconsciente a través de hábitos.

Para no romper con esta nefasta realidad, el primer sábado del verano del 2019 lo pasé de la misma forma que el último sábado del verano 2018: sin estar en la playa.

La verdad es que me gusta la ciudad en verano, casi no hay carros por la calle. Había salido un sol poderoso que exhortaba tomarse una sino dos cervezas super heladas.

Entonces como todo Batman tiene su robin, le escribí “solazo, vente a mi casa para unas chelas”. Cayó sobre las 5 y nos sentamos en el balcón a refunfuñar por estar en lima y no en Máncora.

Además del reggaetón, nuestro entretenimiento era ver como el sereno daba vueltas y vueltas al parque. Se habrá dado unas 48 vueltas caminando al parque. En una de esas se apareció con una botella de gaseosa que no vimos de donde la sacó. Tal vez fue a la bodega que está a 6 cuadras para luego volver a su buena rutina de trompo mareado alrededor del parque.

Que aburrido debe ser ese trabajo, sin nada que hacer ni en que pensar. Cuando no hay situaciones que resolver el cerebro tiende a buscar algo de que preocuparse, porque necesita resolver situaciones, es uno de sus principales trabajos. Entonces al no tener nada en que pensar, se inventa historias y es cuando aparecen los “miedos fantasma”. Es decir, una mente ociosa se inventa problemas que no existen.

Al rato llegó el supervisor en moto. El sereno sacó su libreta y empezaron a conversar mientras el trompo la leía.  Creemos que le hacía el reporte de sus vueltas al parque : Primera vuelta, sin novedad, segunda vuelta sin novedad, tercera vuelta sin novedad, cuarta vuelta sin novedad, y asi hasta la número 48.

Sobre las 9 de la noche, y como 8 latas de cerveza y sendas visitas al baño,  escribimos a tutiplén, con obvia y ausente respuesta, salvo la de un loco amigo de la infancia que estamos seguros, oye voces, pero felizmente le dicen que haga de payaso o reniegue de todo. De ahi no sale.



Sobre las 10 nos subimos a la camioneta de robin y nos fuimos al bar del cual nos estamos volviendo caseritos. Es que hay una mesera linda. Como buena venezolana, es super amable, conversadora y risueña.  Hasta para decirte hola, te clava los ojazos verdes mientras te mete un uppercut con su sonrisa que te deja groggy. Y a mi me gusta el golpe, que le vamos a hacer. Es super delgadita, con un cuello fino y una voz angelical.

-Hola chicos, como están? - nos dice sonriendo mientras nosotros balbuceamos una respuesta similar, inmersos en una mezcla de cebada y sonrisa. Madre mia como está la chama.

Al rato llegó el loco. Estuvo filosofando sobre la primacía de nuestro placer urbano por sobre la autorrealización familiar, vamos que ni un cura nos hubiera echado tanta bronca.   En otro momento le hubiera hecho espejo para que dé cuenta que la influencia que ejercemos sobre él es tan fuerte, que lo hace estar pendiente de lo que no hacemos por haber perdido la libertad de sus antiguas máximas convicciones, ahora transformadas contra su esencia. Vamos lo que se llama envidia de posibilidad alterna. Pero estaba yo muy bebido y embelesado con la magia de miss Venezuela, que intentaba dejar de prestarle atención, pero es difícil.

Y es que cuando empieza a hablar, te jodiste porque no parará nunca. Seguro debe seguir hablando ahora mismo el muy pendejo, porque también habla solo, claro. Pero fuera de su intensidad, te hace reir. Incluso tiene un grupo de wasap sólo para el y su alterego.

Cuando decidimos que ya era hora de marchar, me acerco a miss caribe, y le recrimino, en buena manera, de la razón por la cual no me habia escrito.

 La vez pasada le pedí su numero y en acelerada respuesta, que me hace pensar que es su modus operandi, acostumbrada a este delicioso juego del toma y dame, me pidió el mio y dijo que me escribiría.  Y vamos, yo que cuestiono todo lo que veo y escucho, estaba ya como para creerle.

Su respuesta fue célebre, aun no entiendo como reuní tanta fuerza para no estallar en carcajadas en su mera pretty face.

-Es que se me perdió tu tarjeta – me dijo – no tienes otra?

- Si, tengo 700 más porque salen por millar – pensé.

- No, justo acabo de entregar la última - fue mi irónica respuesta.

-Ah entonces dame tu teléfono y te grabo – me dice.

Torpemente saco mi teléfono e intento buscar mi número, porque claro, no me lo sé. Fue cuando ella muy segura de si misma, me sacó el teléfono de la mano, entró rauda a mi guasap, entró a mi perfil, vio el número, lo apuntó en su teléfono y me mandó una carita, sonriente claro está. Luego me devolvió el celular. Todo en 4 segundos, denotando un entrenamiento envidiable durante 25 años.

-          - Perdona, me siento un poco ….

-          - Ebrio – me responde

-          - Nooo que va. Bueno si.

Me despedí con un delicado y confiado beso.

Camino de casa, mientras en mi cabeza sonaba la canción "I feel good" de James Brown, veo su foto de perfil. Estaba ella con un hombre y una niña, todos abrazados. Me había dicho que no tenia novio y al parecer, tiene esposo e hija, tal vez en Venezuela. Pero bueno, querrá echarme un polvo.


Al dia siguiente, su foto de perfil cambió a una en la que sale sola, mirando a la cámara con esos ojazos verdes y (claro que adivinaste) una gran y hermosa sonrisa.

Le iba a escribir, pero en eso me llegó la respuesta de una platónica. No llega a ser amor, pero si platónica, que me hace temblar cuando me mira. Y es platónica por una razón que no me queda muy clara o en mi característica rebeldía, me niego a entender.

Y estuvimos hablando toda la semana, por lo que me olvidé de miss Venezuela.

Tal vez con el riesgo que la omisión de interés por mi parte, haya mojado la llama de la oportunidad. Que a miss Venezuela no le faltará galifardos que se rindan a ella.

La verdad me da igual, es que la platónica es lo que es.

Siempre quiero lo que no puedo tener. Aunque al final siempre lo obtengo, no es en la forma en que quisiera. Y ya van varias.

Me acaba de llegar un mensaje de la platónica.

Uy!


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