miércoles, 4 de junio de 2014

Un dia de furia

Alguna vez has sentido que el universo se confabula para darte un mal día? Que pareciera que ese dia una fuerza superior ha decidido poner a prueba tu santa paciencia?

Aquel dia muy temprano, cuando estaba a punto de terminar mi rutina alrededor del Pentagonito, vi a un taxista estacionado en el carril bici estorbando el paso de la gran cantidad de ciclistas y corredores que hay a esas horas, sin que nadie le haga ver que su desatinada conducta contrastaba con las reglas de convivencia  (y de tránsito)  que debe tener una sociedad racional y sensata como la que somos.

Ante ello y dada mi poca correa a la conchudez, como tantas otra veces sobreparé en la ventana del auto del susodicho y le dije que no debía estacionar ahí porque era zona reservada para las personas y vehículos no motorizados y que al lado nomás (a 4 metros) había un estacionamiento gratuito en el cual podía ir a hacer sus cosas (dormir). Como soy consciente que normalmente mi tono de voz es mas tosco de lo que quiero, trato ahora exagerar un poco el tema con una sonrisa de lóbulo a lóbulo y con una tonada de simpatía que, según yo, me asemeja a la Madre Teresa en sus buenas épocas.

Sin embargo, y a pesar de mi cara de Guasón de la antigua serie del Batman panzón interpretado por Adam West, la colérica respuesta del susodicho no se hizo esperar, diciéndome que quien era yo para darle órdenes, ni que yo fuera un policía, que a él nadie le decía lo que tenia que hacer y que “mejor” siguiera mi camino. Ante tan pintoresca respuesta, le repetí que en una sociedad pensante hay permisiones y prohibiciones, reglas que todos debemos respetar asi no nos guste, ya que de lo contrario seríamos como animalitos viviendo según la ley de la selva.

Dicho esto y para evitar oir la nueva réplica del erudito caballero, probablemente no muy bien  fundamentada y que seguro iba a hacer mella en mi paz interior, decidí alejarme pensando en algo que lograra  mantener al ras mi armonía interna ….

Una playa soleada de arena blanca y mar turquesa con olas medianas y un coco con sombrillita y cañita esperándome en mi tumbona. En el mar, una chica con una sonrisa que parecía marcada con una regla semicircular dada su perfección y un pelo largo y bien cuidado que bailaba coquetamente con la brisa marina, me llamaba con inusitada alegría para que la acompañe a nadar. Dejo mis cosas en la tumbona y acelero el paso hacia el mar para darle el alcance en lo que sería una experiencia sin lugar a dudas, memorable.

Cuando estoy a punto de llegar, ella extiende su mano derecha para que se la tome y con una mirada dulce como cuando Candy miraba a Terry me dice :

“webon conchetumare!!”.

Sobresaltado por haber sido despertado de tan maravillosa visión, volteo sobre mi hombro izquierdo y veo al erudito caballero, pasándome en su automóvil mientras vociferaba improperios mayores y me enseñaba el dedo medio de su regordeta mano derecha. En ese momento que playa ni que chica ni nada. Tal es el agotamiento en el que uno se encuentra que el oxígeno llega al cerebro como camarón en época de veda. Así que la técnica de respirar profundo y contar hasta 10 no sirve de nada y lo único que se me venía a la mente en ese momento, era que en la siguiente esquina le toque el semáforo en rojo, para explicarle, al erudito caballero, como funcionan las cosas en una sociedad civilizada. Por suerte, no lo logré alcanzar.

Sinceramente no entiendo porque pasa esto. Hay reglas dentro de una sociedad que debemos cumplir. Entonces, porque hay alguien que no lo hace? Porque son vivos? Son pendejos? Cualquiera puede tener un desliz y distraerse y hacer algo incorrecto, pero cuando se lo hacen notar, en lugar de reaccionar a la defensiva, no deberían aceptan su error y aprenden de él?

Por otro lado, tampoco entiendo a la gente que ve que alguien está haciendo algo incorrecto y se hacen los locos y no dicen nada. Por ejemplo, si un perro “va al baño” en el parque y su dueño no recoge el regalito, no deberíamos decírselo? Porque la mayoría de la gente es pasiva en este sentido y se hacen los locos? Aquí el dueño estaría mal, pero también los que miramos sin decir nada. Deberíamos ser mas activos y hacer respetar las normas y buenas costumbres. Creo que en su mayoría, la gente se salta lo socialmente correcto porque sabe que nadie le va a decir nada. Entonces, si tengo ganas de ir al baño y veo un árbol, voy y lo riego un poco, total nadie me va a decir nada. Eso deberíamos intentar cambiar. Si queremos que nuestro país progrese, debemos dar y hacer ver el ejemplo.

Cuando viví en España me llamó muchísimo la atención que cuando un peatón pone un pie en el paso de cebra, todos los autos paran automáticamente, como un reflejo. Y obvio que nadie insulta ni toca bocina.  Cuando vas a un centro comercial y subes por la escalera mecánica, ves que la gente sube pegada a su derecha y toda la parte izquierda queda libre, por si alguien quiere subir caminando.  Civismo. Y hablo de España ojo! Ni que decir de los países nórdicos y centroeuropeos, donde si te ven tirando una colilla de cigarro al suelo vienen a decirte que “se te cayó” y te obligan a recogerla. O si te ven tirando plástico en el contenedor de carton, vienen a instruirte amablemente para que no lo vuelvas a hacer.

Mas tarde ese dia, fui a hacer una transferencia de dinero en esa empresa que une el oeste. Fui a 4 agencias porque en la primera no enviaban, sólo recibían, en la segunda no sabían como se hacia eso y en la tercera ese dia no iban a trabajar pues el encargado no había ido. Así que tuve que ir a una cuarta agencia. Cuando le di el dinero, la encargada revisó los billetes y me dijo que uno de ellos no pasaba que era falso. Como va a ser falso – le dije – pues lo acabo de sacar del Banco. Entonces vaya al Banco y reclame que se lo cambien. 

Asi que tuve que regresar al Banco a que me cambien el billete, el cual estaba perfecto. Al regresar a la agencia le pregunté a la emérita señorita la causa de falsedad del billete, a lo cual me dijo que no era igual que los demás y que ella trabajaba con dinero asi que ella sabia mas que yo. La razón creo yo, fue que dicho billete era serie C2, una serie que hace como 15 años  salió dudosa, pero hace 14 se regularizó, pero la emérita no me dijo eso, sólo me dio su razonada respuesta “yo sé más que tu”.  Encima llegó a decirme “su banco lo ha estafado con ese billete”. Yo pregunto, si el banco se entera que la emérita anda por ahí desprestigiándolo sin razón justificada, que acción tomaría?

Episodio 3. Estaba manejando por la Av. Angamos en Miraflores con dirección hacia Surquillo. Para avanzar las 3 cuadras que separan la calle Independencia de Petit Thouars, uno puede tardarse severos minutos, debido a la cantidad de autos. Así que paciencia  y buen humor. Al llegar a la altura de la Av Arequipa, el tránsito no circula pues a pesar de tener el semáforo en verde, el siguiente semáforo que está a 1 cuadra está en rojo y entonces nadie avanza. Tan difícil es programar los semáforos, señores encargados del tema?

La paciencia y el buen humor se van difuminando cuando ves el reloj y te das cuenta que así no vas a llegar a tiempo a tu siguiente tarea. Dentro del tráfico paralizado, pasa un descuidado motorizado dándole un severo golpe a mi espejo derecho, poniéndolo en posición “contranatura”. Obviamente el iluminado no paró. Simplemente volteó, vió lo q había hecho y aceleró y claro, yo seguía atorado en el tráfico y no lo volví a ver. Así que bajo del auto para ver si puedo volver el espejo a su posición natural cuando en eso justo cambia el semáforo, así que debí subir apurado para que los simpáticos señores detrás mio dejen de engullirse la bocina. Subo y acelero para pasar el semáforo cuando en eso veo que un micro de esos del tamaño de un interprovincial intenta cruzar delante mio pasándose el rojo.

Ya a esta altura mi párpado izquierdo latía con voluntad propia, como le pasaba al coyote. Así que bajé la ventana y empecé a recriminarle, esta vez sin sonrisa de Guasón ni tono de madre Teresa, mas bien con cara y voz de Munra el inmortal. Ni sé que le dije, pero el hombrecillo me hizo una seña con el dedo como para que vea hacia arriba, al semáforo. Yo era el que se lo estaba pasando en rojo. Yo me había equivocado y encima le estaba reclamando al hombrecillo. Me sentí como el erudito mal estacionado de la mañana y eso fue lo peor.

Yo me había equivocado, por dejarme llevar por el mal dia que estaba teniendo, caí en su juego y me achoré. Perdí la claridad y no me fijé en la luz. Si hubiera mantenido la calma, no hubiera fallado.

Dichas situaciones me dieron un mal dia, pero luego me di cuenta que las podía usar para practicar mi paciencia y mi tolerancia hacia los demás. No debemos dejarnos llevar por los factores externos. La tranquilidad y alegría están dentro de uno mismo y no debemos dejarnos influenciar por lo que viene de fuera.

Todos tenemos errores, todos vemos las cosas de una manera distinta, y hay que aprender a convivir con ello. La paciencia y la tolerancia se pueden trabajar, y si las llegas a desarrollar lo suficiente, no habrá ninguna situación que te saque de tus casillas. El mundo se podrá poner en tu contra pero ni te inmutarás. Seguirás sonriendo y pensando con claridad.

Por ahí leí que Anthony de Mello, un sacerdote jesuita, en su juventud rezaba  para poder cambiar al mundo. Luego en sus años “mozos” cambió su mentalidad y rezaba para cambiarse a si mismo para ver el mundo de la mejor manera.

Si trabajas en mejorar tu paciencia y tolerancia, el beneficiado vas a ser tu y de yapa, los demás. No hay nada que no se pueda lograr con voluntad y dedicación.

Yo voy a seguir trabajando en ello. Si aquella vez hubiera tenido suficiente paciencia, no hubiera sido un mal día.

Mientras tanto les digo al erudito, a la emérita y al iluminado que vayan en paz y sin rencores; y al hombrecillo del autobús interprovincial le pido disculpas por dejarme llevar por los factores externos que me hicieron pasar la luz roja y recriminarle sin razón.  


Y a ver si puedo retomar la escena mental de la playa paradisiaca, que se cortó en su mejor momento.


La famosisima fábula del puercoespín

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