jueves, 19 de junio de 2014

La insoportable acidez del ser


Cada vez se va incorporando más gente.  Aquella última vez éramos 11, aunque nunca faltan los que te dicen “si, voy de hecho” y nunca aparecen, y los que sin mucho problema y sin importarles el bulleo virtual que su conducta ocasionará, se retiran de la conversación sin haber dicho ni jota.  Recuerdo hace algunos años, hubo uno que de tanto pressing que se le hacia para que conteste los correos, respondió “a mi no me pagan por responder correos”.

Ya se imaginan que fue lo peor que pudo hacer,  le spameamos  el correo hasta con montajes en photoshop, de hombres calatos en uniformes de latex en situaciones poco artísticas. Y obvio, se le ponía su cara.  Cada que llegaba a su oficina por la mañana, tenía en su bandeja unos 20 correos que incluían fotos montadas con su cara. Ahora no seriamos tan malditos y tan sólo le haríamos unos memes. Es que ya vamos madurando. Y él ya no se atrevió a ser tan descortés luego de ello.


Nos juntamos en Miraflores e hicimos un pequeño bar-hopping, donde unos mas entrenados que otros lo llevaban con calma, mientras que otros empezaron a insinuar con su comportamiento que a las 12 de la noche iban a enterrar pico.  Y ya como uno para esto es un pantera, no se equivoca con los pronósticos.

Como siempre la conversación gira en torno a fútbol, las chicas de turno de  la mesa de al lado, el clásico “ya le dije a mi chica que vamos a terminar en mi casa a las 6 am y que se tiene que levantar a prepararnos el aguadito” (esta es la que mas risa da), y de anécdotas de nuestra lúgubre etapa escolar.

Entre estas últimas conversaciones emergió la enorme figura de la chata profesora de inglés, cuyo nombre mejor no voy a pronunciar, muy aparte que no me acuerdo y no lo quiero hacer, porque como ya mencioné uno tiene que madurar y guardar la compostura.

Su pequeño tamaño era inversamente proporcional con su ácido carácter, que la llevaba a sus veintipico años que tendría en ese momento, a parecer la abuelita despiadada de Medusa, la malvada de aquella gran serie El Vengador.

En nuestro colegio sólo llevábamos unas 4-5 horas de ingles a la semana, por lo que nuestro nivel no era muy fino, y cada vez que alguien hacia mal algunas de las tareas que nos dejaba, explotaba a tal punto que se le notaban las venas en la frente y la voz se le ponía ronca cual borracho de callejón de un solo caño. Los ojos se le desorbitaban mientras lanzaba palabras muy humillantes para niños de 12-13 años, que lo único que generaba en nosotros era un rechazo incontenible hacia ella.

Ese día llegamos a la conclusión que, como todo profesor que prepara la siguiente clase en su casa, ella también preparaba los insultos e improperios humillantes para luego soltarlos con desdeñado placer. La imaginamos en su casa, insultándose frente al espejo para practicar la cara del Hitler molesto en aquella película “Der Untergang” o “La Caida” en Latinoamerica. Hay muchas parodias hilarantes de dicha escena donde Hitler está gritando y se le ponen los mas absurdos subtítulos sobre lo que está diciendo. Pues así, tal cual. Hasta con bigotito.

Pero que era lo que intentaba hacer con esos gritos y  pelos volando por encima de su cabeza mientras la vena le salía sonriente de la frente? Nos intentaba corregir y que hagamos bien lo que habíamos hecho mal. Pero como ya dije, lo único que lograba era que la rechazáramos como profesora y como persona. Y de aprender nada de nada, pues de sólo cruzarte con el libro de inglés, la asociación hacia tan negativa profesora hacia que lo ignoráramos instantáneamente y nos volviéramos, en su lugar,  unas fieras en matemática o en cualquier otro curso. Pero nadie quería saber nada del inglés.

Su feedback era tan negativo que en lugar de lograr lo que quería, hacía todo lo contrario.

La chata nos enseñó inglés creo que un par de años. Luego de ella, vino otra profesora con un carácter totalmente opuesto, maternal y comprensivo. Cierto que era un poco mayor pero con su buen tono de voz y sonrisa coloquial, sus consejos sobre nuestros puntos de mejora eran aceptados gratamente y nuestro progreso en dicho curso fue notable. Y hablo de un progreso de unos 35 alumnos del total de 50 que teníamos por clase. Siempre están los negados al idioma, pero la idea es que todos mejoran con un refuerzo positivo, a la contra de lo que sucede con un refuerzo negativo.

La vez pasada leí un artículo sobre refuerzo en los animales. Proponía que el refuerzo negativo lograba la conducta deseada antes que el refuerzo positivo. Es decir que el perrito aprende más rápido si le metes un periodicaso cada vez que se equivoca, que si le das una galleta cada vez que lo hace bien.  Dicho artículo tal vez tenga o no tenga razón, pero seguro que el perrito corregido a periodicasos no va a moverle la cola a su dueño como lo hace el perrito que come galletas.

Una vez tuve un jefe similar a la chata, pero sin llegar a esos extremos. Siendo yo practicante, alzaba la voz y ponía mala cara cada vez que la cagaba, y seguro el error estaba mas que superado con eso, pero si algún dia lo veía siendo asaltado en la calle, yo no iba a correr para salvarlo ni me iba a poner la camiseta de esa empresa por mas que me pagaran.

En otra empresa me crucé con otro jefe, diametralmente opuesto al primero. Me dejaba plena libertad para hacer las cosas a mi parecer y cuando me equivocaba me decía “nos hemos equivocado” y preguntaba mi opinión sobre que cosa pudimos haber hecho mal (vamos, que el que lo hacía mal era yo, sólo me estaba invitando a darle una solución). Pero siempre dijo por favor y gracias con una sonrisa y una palmadita en la espalda.  Si a ese jefe lo hubiera visto siendo asaltado en la calle, hubiera corrido para espantar al choro.

Luego me fui a España y me tocó un jefe que para que les cuento. Tenía muchas personas a su cargo, muchos temas por resolver, mil problemas en la cabeza, pero siempre venía, uno por uno, y nos invitaba a una sala de reuniones. Una vez ahí, preguntaba por tus cosas, que tal la familia, la novia, que tal el fin de semana, hacia un chiste, se lo devolvias.

Luego te preguntaba como te sentias en la empresa, si estabas cómodo o si necesitabas que él hiciera algo para mejorar tu situación. Te decía que cualquier problema o tema que necesitaras ayuda, le preguntes que el te iba a apoyar y entre los dos lo iban a resolver. Luego te decía a la cara en lo que eras bueno: “que bueno eres haciendo esto, esto y esto”. Y aquí cuando te tenía con la sonrisa de oreja a oreja, venia el #sinembargo.

Sin embargo aún puedes dar mas en tal o cual aspecto. Ojo que no decía “te falta”, “debes mejorar”, “concéntrate en”, “trabaja en”,  etc.  Encaraba tus debilidades diciendo “aún puedes dar MAS en este aspecto”. No te decía eres incompleto para hacer tal cosa, te decía eres  completo pero puedes ser mejor aún.

Todo esto para todos, uno por uno, en 5 minutos cada 2 semanas. Salías de la sala de reuniones hipermotivado y lo primero que hacias era apuntar las cosas en las que “AUN PUEDES SER MEJOR EN ….”.  Luego de ello, tenias bien claro que debias hacer tu mejor esfuerzo (y un poco más) por no fallarle a esa persona.

No voy a decir que haría si lo viera siendo asaltado en la calle, pero me llegué a tatuar la camiseta de la empresa en el pecho, tanto así que hoy, 6 años después sigo teniendo en mente que hay una y sólo una compañía de telefonía móvil en ese país. Por si acaso, es una empresa que no está presente en Perú, para evitar malos entendidos y falsas promociones.

Luego de ello, tuve un jefe cuyo carácter se resume en lo que hemos visto para la chata de inglés. De 100 tareas hacias a la perfección 99 de ellas, no te decía nada.  Pero con esa una que no la hacias tan bien o la hacías mal, ponía una cara de asco y un tonito de no sirves para nada,  mejor lo hubiera hecho yo.  Generó tan mala vibra en la oficina que lo terminaron mandando a la selva.

Antes era normal que el feedback se diera en forma negativa, porque con eso se corregían las deficiencias o debilidades.  Pero ello trae efectos secundarios como ya hemos visto.

En cambio el feedback brindado positivamente es mucho mas efectivo. Al igual que el negativo corrige debilidades, pero en adición, y a diferencia de aquel, genera lo siguiente:

  • -      Crea una relación entre quien lo brinda y quien lo recibe.
  • -    Despierta un sentimiento de pertenencia en quien lo recibe (ponerse la camiseta).
  • -      Genera autoestima, confianza y seguridad en quien lo recibe.
  • -      Potencia los puntos fuertes de quien lo recibe.
  • -     Ayuda a quien lo recibe, a cambiar sus hábitos negativos, casi sin darse cuenta.
  • -      Aumenta la probabilidad de que el comportamiento positivo se perpetre.


Por ello considero necesario trabajar en nuestra forma de comunicar las cosas. Además de resaltar lo que es necesario mejorar en la otra persona, se debe resaltar lo bueno que dicha persona tiene y que la hace distinta a los demás.  Eso de que la letra con sangre entra ya no sirve, ahora sirve el potenciar las fortalezas y brindar ayuda para superar las debilidades.

Todos tenemos fortalezas y debilidades. Y a todas las personas les gusta ser bien tratadas. La reacción positiva se puede lograr comunicando de manera efectiva.  Busca tu mejor versión para ello. 

Y cuando algo esté funcionando bien, también dilo. Bien hecho, buen trabajo o muy bien. Siempre viene bien.

Me gustaría escuchar sólo una charla técnica de Diego Simeone, un entrenador que motivando positivamente ha hecho que sus jugadores rindan más que aquellos que cobran millonadas.


Feedback positivo.

Y tu? como corriges una situación adversa? Lo haces gritando o sonriendo? Felicitas a la gente cuando hace las cosas bien?


Este es uno de los videos de Hitler subtitulados, esta muy bueno, para reirse un rato!


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