martes, 10 de marzo de 2015

La antológica irracionalidad del miedo embustero 2 - El salto?

Luego de estar un buen rato mirando hacia abajo, viendo el mar y convenciéndome que tenía que saltar, mi cuerpo simplemente saltó. No recuerdo haber dado la orden para ello en ese justo instante, simplemente me sorprendí a mi mismo en el aire.

Estuve un buen rato intentando saltar pero mi cuerpo no me hacía caso. Hasta que en un momento saltó. A pesar del miedo por saltar los 7 metros promedio que me separaban del mar, sabía que iba a hacerlo, pues no me iba a echar para atrás. Sólo que no sabía cuando lo iba a hacer y me di cuenta cuando estuve en el aire.


Un paracaidista siente que está cayendo los primeros 6 -7 segundos, y que luego siente que está flotando. En mi caso habrán sido máximo 2 segundos. Creo que nunca había tenido en cuenta lo que duran 2 segundos.

Ni bien vi mis pies en el aire cerré los ojos. Antes del salto pensaba gritar para aliviar la sensación, pero al tener los ojos cerrados no podía hacerlo pues no sabía en que momento tocaría mar con la boca abierta.

En la tele ves que cuando alguien cae al agua de una altura considerable, lo hace con las piernas y brazos bien pegados al cuerpo, para disminuir el impacto. Pero el instinto de supervivencia me hizo mover los brazos, aleteando como si estuviera intentando volar,  para disminuir la velocidad de caída.

Emergí del agua con una sensación de euforia impresionante. Al levantar la vista hacia el muelle, la vista fue más sorprendente aún, por la altura.

Empecé a nadar hacia la artesanal escalerilla con la que debía subir a la rampa para luego subir al muelle de nuevo.  Hay que esperar un tumbo del mar para subir fácil a la escalerilla, pues del mar no se puede saltar y menos para agarrar esos peldaños oxidados. Si la marea está muy baja dicha escalerilla no estaría al alcance y habría que nadar hacia la playa los 600 metros de longitud del muelle.

Subí con el corazón en la boca de la emoción del salto. Fue alucinante. El miedo paralizante previo no se compara con la emoción de haberlo superado. Me sentía inalcanzable para cualquier otro ser humano. Sentía que haber vencido mi miedo a las alturas de esa manera me transformaba en un ser que podría hacer todo lo que se me venga en gana.

Al volver al muelle, pasar al otro lado de la baranda fue muchísimo más fácil que la primera vez. El segundo salto fue mucho más sencillo. Esta vez no me demoré ni tan sólo 1 minuto. Me dije a mi mismo que debía caer con los brazos pegados al cuerpo y con los ojos abiertos. Pero volví a caer con los brazos separados y los ojos cerrados. Igual era grande la emoción de ver como ahora me estaba divirtiendo tanto con algo que hace pocos minutos me tenía paralizado.

Igual sentía el corazón en la boca, pero la emoción de haber hecho algo que toda tu vida pensabas que no podías es tan placentera que se vuelve adictiva. Adictiva.

No hay mejor sensación que la que encuentras justo detrás de tus miedos. Que no hay mejor manera de sentirte que ir directo hacia tus miedos y pasar por en medio de ellos.

No creo que haya satisfacción como aquella que sientes al lograr algo cuando te has esforzado muchísimo. El cruzar un miedo tan grande, a la vez que irracional, te da una satisfacción al alcance de pocas situaciones.

Puedes tener muchos logros en tu vida, pero vencer una fobia es orgásmico y la sensación es superior a todo lo que hayas probado antes.

Mientras íbamos de regreso hacia la playa por el muelle, me di cuenta que mi mano estaba sangrando por agarrar la escalerilla para subir al muelle desde el mar que estaba toda oxidada y mal hecha. Pero en ese momento mi adrenalina estaba tan alta, que no hubiese sentido si un camión me pasaba por encima del pie.

Todo el dia me la pasé hablando del salto, orgulloso. Muchos pimentelinos amigos del mar, me decían que no se atrevían a tirarse del muelle. Así que me sentí mas power.

La sensación de placer que se siente al vencer un miedo, es muy superior al  miedo mismo. No hay nada que se le pueda comparar, no hay satisfacción similar, es difícil describirlo. Y es adictivo. Cuando te das cuenta que cada vez son menos las cosas que te pueden detener, te sientes extraordinario.

Es indispensable en esta vida probarlo. Cuando sientas un miedo que te frena o te limita, anda directamente hacia él.  La sensación posterior es demasiado placentera, pocas veces     alcanzable.

La adicción que se genera es tal, que ahora quisiera hacerlo de cabeza. Y de sólo pensarlo me tiemblan las rodillas y me sudan las manos, aquí sentado en la computadora. Cómo será cuando esté ahí parado. Sé que va a ser más difícil que aquella primera vez. Pero también sé que la sensación una vez que lo haga será mucho más placentera. Y eso vale totalmente la pena.

La vida es ahora, la vida es corta y no vale la pena ir por ella tranquilito y seguro dentro de las barandas que te protegen de caer. Hay que sentir, hay que vivir, hay que arriesgar y hay que superar nuestros límites. Cada vez que lo haces, te sientes como Clark Kent, sabiendo que te pues convertir en Superman cuando lo decidas.

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