jueves, 14 de agosto de 2014

De juanitos y pablitos

Y un buen dia, me di cuenta.  O mejor dicho, confirmé algo que siempre se me cruzaba por la cabeza, desde que era muy renacuajo, pero no le prestaba importancia porque “que voy a  hacer, la vida es asi”. Pensaba que uno vivía como podía, pero no se podía vivir como se queria. Que limitado.

Siempre me habia incomodado la figura de la autoridad. La mayoría de las personas no se hacen mayores problemas y cumplen órdenes de muy buena gana, aunque vengan en forma de dardos envenenados, como el buen dobby, el elfo doméstico que quedó liberado cuando su dueño le regaló, sin saber, una media sucia.

Yo veo a las personas contentas, siguiendo el camino que deben seguir porque así alguien lo ha escrito en unas reglas que nadie ha leído en un libro que nadie sabe donde está.

Al principio yo también queria seguir ese camino, porque casi todo el mundo lo hace, y es muy sabido que las personas nos sentimos seguras cuando tenemos un grupo que nos arrope, que nos acepte, que nos proteja y que nos entienda. Pero por mas que me esforzaba, no llegaba a lograr que me guste.

Porque mientras todos se veían tan cómodos, yo me sentía como si tuviera un chinche en mi silla? Yo queria ser igual a los demás, no queria ser el patito feo. Espero se acuerden de esta fábula de Christian Andersen porque sino la metáfora pasa desapercibida.  El patito era distinto a los demás y por más que queria ser igual, no lo era. Y los demás patos se burlaban de él por ser diferente. Yo no queria ser el pato feo del cuento. Por eso, siempre intentaba hacer lo que los demás, prefiriendo encajar socialmente que seguir mis instintos.

Veía a mis compañeros de oficina, tan tranquilos contentos con su estilo de vida laboral. Sin preocuparse de nada. Cumplían con las tareas que su cargo conllevaba y sabían que a fin de mes la empresa les iba a dar su “X” cantidad de dinero.

En verdad se trata de algo simple. El empleador, Pablito, consigue los clientes, quienes le requieren un servicio. Entonces Pablito le dice a Juanito, el trabajador,  “esto te corresponde a ti”. Y Juanito lo hace, y a fin de mes recibe su contraprestación.  

Es mas cómodo ser Juanito. Es sentarse en su silla, cumplir las funciones que su cargo conlleva, reírle los chistes al jefe y a fin de mes esperar el depósito bancario y cada 6 meses la grati. Así, sin mas preocupaciones laborales que eso.  

Juanito no tiene que preocuparse de conseguir y fidelizar clientes, ni de regularizar los trámites burocráticos administrativos necesarios para que una empresa funcione, ni de la logística, ni del marketing, ni de la contabilidad, ni de los servicios al personal, de pagar vacaciones, ni de gestionar cultura empresarial, ni de la innovación y desarrollo, etc. Todo eso lo tiene que hacer Pablito.

Pero a pesar de ser más simple, a mi no me gustaba ser Juanito. Y llegó el dia que tuve que aceptarlo, no me gusta tener jefe, no me gusta tener horarios, no me gusta usar uniforme de pingüino, no me gusta hacer cosas impuestas. Tuve que aceptar lo que llevaba años evitando: era un patito feo. El que no le gustaba lo que a todo el mundo.  Era el diferente.

Por más que intenté adaptarme, no pude controlar la rebeldía que debió pero no lo hizo, quedarse en 9no ciclo de la universidad (de 12 que eran por siaca). 

Siempre he cuestionado el porqué de las cosas, sobretodo de las decisiones. Cuando una persona le dice a otra “esto es asi” o “esto no es asi”, normalmente la respuesta es una actitud de “oh disculpa, gracias no sabia”. En contraste, mi respuesta siempre ha sido “Porque (no)?”

Una vez aceptada mi naturaleza, sentí que tenia un problema. Lo tomé como algo negativo. Si no me gusta tener jefe, nunca voy a ser feliz. Porque no se puede vivir sin jefe, sin trabajar para una empresa que nos de una sensación de tranquilidad a fin de mes.

Sin embargo, no hay pensamiento mas limitante que no poder ver mas allá de lo que siempre se ha visto. Como dicen que dijo Cristobal Colón  “Nunca podrás cruzar el océano hasta que tengas el valor de perder de vista la costa”. Si en verdad lo dijo, fue después de c****se en los pantalones por haberse perdido varios meses. Pero la frase tiene su punto. Hay posibilidades mas allá de lo que siempre hemos creido, sólo hay que saber ver.

Luego de la primera impresión negativa, empecé a verlo como algo beneficioso. No debo hacer lo que todo el mundo, al contrario, debo aprender a explotar las características que me hacen distinto.  No me gusta tener un jefe, pues debo ser yo el que busque a quien necesite que yo le resuelva algo. Debo empezar a crear necesidades en la gente que no sabían que tenían.  O tal vez no sabían que yo podía resolvérselas. 

Que diferencia hay entre ir a pedir trabajo e ir a ofrecer un servicio? Si, mas fácil y rápido es la de Juanito, pero la de Pablito le traerá mas satisfacciones si sigue nadando a pesar del cansancio.

Al conversar con la gente me da la sensación que yo sé algo que los demás no saben. Que todos tenemos nuestro tiempo limitado y no debemos malgastarlo siguiendo una vida monótona haciendo lo que que tenemos que hacer. Se puede vivir haciendo lo que queremos hacer.

Nunca el momento será el perfectamente adecuado. Sobre la marcha se va aprendiendo. Todos somos capaces de hacerlo. La diferencia es que algunos se atreven y otros se sienten más tranquilos teniendo la costa a la vista.

Sabrá Juanito que Pablito sólo le paga un aproximado al 40% de lo que realmente produce?  Pues un 20% sirve para cubrir sus gastos operativos y el otro 40% se lo mete al bolsillo.

Pensemos un momento si somos Juanitos o Pablitos, antes que se nos acabe el tiempo.

No digo que yo sea un Pablito, digo que no me gusta ser un Juanito.

No hay pato mas feo que el que no arriesga. 


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