lunes, 16 de noviembre de 2015

El taxi


El otro dia se me pegaron las sabanas. Tenia que haberme levantado a las 7:15, para salir de casa sobre las 7:50 y llegar a una reunión a las 8:30 de la mañana. Pero eran las 7:35 y recién me levantaba de la cama.

Tengo la costumbre de poner el despertador 15 minutos antes de la hora real a la que me debo levantar, sólo para decir “5 minutos más” por 3 veces. Pero esta vez olvidé poner el despertador 15 minutos antes de lo normal. Así que sonó a la misma hora de siempre y entre sueños hice lo de todos los días, aplazarlo 5 minutos.

Cuando entré en razón me di cuenta de la situación. Encima tenia que afeitarme, algo que me toma entre 5 y 10 minutos, asi que iba muy mal de tiempo. Me levanté de sopetón y me afeité como pude, dejando algo crecida la parte del bigote que más cerca está a la nariz, me metí a la ducha con los residuos de espuma de afeitar en la cara y mojé todo el baño por hacerlo rápido. Me cambié, cogí mis cosas y salí.

Mientras corría sin planificación hacia la boca del metro que está a 3 cuadras, miré el reloj y me di cuenta que eran las 8:05 am y que si llegaba a la hora pactada iba a ser de milagro y tal vez con cara de situación. Me gusta llegar a las reuniones con 10 minutos de anticipación y aunque casi nunca lo logro, siempre pongo mi mejor esfuerzo para lograrlo. Pero esta vez mi fama de tardón se iba a llevar una calificación Cum Laude.

Mientras corria como galgo de película vi pasar un taxi, le metí un grito cual coro de la mejor canción de tu mejor grupo en su mejor concierto, con lo que el apacible hombre paró.

-Señor, voy a diagonal 640 y estoy tarde, pero no le voy a pedir que vuele, pero si que vaya rápido.

En el camino, como buen taxista me inició conversación. Tras una corta conversación banal me comentó que el era ingeniero de telecomunicaciones y que había trabajado años en eso, pero que la crisis económica había obligado a fungir de taxista.  Hace 3 años está en eso.

  • -           Pero no me quejo- me dijo – porque hay mucha gente sin trabajo.
  • -          Y le gustaba su carrera?
  • -          Si, me gustaba, pero las cosas salen como salen.
  • -          Y no le gustaría intentar buscar trabajo en su rama? – pregunté
  • -          Hace unos meses, un amigo me pidió el curriculum, y se lo mandé. Al cabo de unos días fui a un par de entrevistas y luego me ofrecieron un trabajo de teleco (eufemismo de Ingeniero de Telecomunicaciones), pero no lo acepté.
  • -          Porqué?
  • -          Porque ya me acostumbré a mi taxi y para que empezar de nuevo. Asi estoy bien.


El motivo que me explicó el hombre fue tajante. Se quedaba con lo que estaba haciendo, pues le servía y se había dado cuenta que le funcionaba para seguir vivo.Tuvo la posibilidad de relanzar su carrera, donde tal vez le iba a dar mejores beneficios económicos, pero no la tomó para seguir de taxista. No quiero explicarme mal, no estoy menospreciando a los taxistas, sólo digo que esta persona entró a una zona de confort de la cual le era difícil salir. Pudo haber dado un salto laboral pero no lo hizo porque asi estaba bien.

Si su respuesta hubiera sido “no acepté porque esto me gusta más” no estaría contando su historia. Ante tal respuesta lo hubiera felicitado.

Muchas personas somos conformistas, en mayor o menor medida. La comodidad, el camino conocido, el saber que las cosas funcionan, que no hay riesgos y que no hay peligro en hacer lo que hacemos o estar donde estamos. Esa conformidad que nos hace hablar de “realismo”, es la que en la realidad mata sueños, ilusiones y nos imposibilita hacer de nuestra vida nuestro taxi, el cual manejamos nosotros como lo decidamos.

No sólo en el ámbito laboral, sino también en el personal, sentimental, social y en cualquier otro. Tenemos algo a lo que nos hemos acostumbrado, algo que nos funciona (digo funciona cuando te das cuenta que no te hace daño) o incluso que no funciona, aquellas parejas que saben que no deberían estar juntos pero siguen porque están muy acostumbrados a su simbiosis.

Podemos apreciar el conformismo en deportistas o cantantes, gente conocida, que alcanzaron la fama en una olimpiada o ganaron premios por alguna canción que se hizo viral.  Una vez que han llegado tan alto, es muy difícil mantener la motivación para superar o igualar este logro y al intentarlo y fallar, de a pocos se van conformando con dicho logro y van desapareciendo del plano.

Al conformarnos apagamos nuestra sed de éxito, ahogamos nuestra motivación, nos quedamos tranquilos donde estamos y con lo que hemos logrado. Dejamos de esforzarnos por crecer, dejamos de sentir la presión por ser mejores y nos acomodamos dentro de nuestra zona cómoda, donde sabemos que no nos pasará nada, donde podemos estar tranquilos para descansar, donde no es poco posible que proyectemos nuevas metas.

El conformismo es una actitud que adoptamos en la vida ante ciertas situaciones, porque queremos evitar el peligro que una situación nueva nos pueda traer o evitar el esfuerzo para conseguir algo más.

Algunas personas ven el conformismo como una actitud buena porque permite descansar y disfrutar de lo que se ha logrado y además de evitar posibles frustraciones.

Yo creo que si no estás del todo contento con algo, pero no lo intentas cambiar porque “mejor malo conocido que bueno por conocer” estás limitando tus posibilidades de vida. Como dije en otro post, la vida no es un ensayo, no es una práctica, luego no viene lo real, esta es la única oportunidad que tenemos de disfrutar de ella y no vale la pena quedarnos en un sitio que no nos satisface del todo, solo por comodidad o costumbre.

Hace un tiempo trabajé en una empresa que tenía un lema para los trabajadores “o te mueves o caducas”. Por analogía podemos aplicar dicho principio en este tema, si te conformas te quedas, si te quedas no vas y si no vas no llegas. No llegas ni a saber de lo que eres capaz.

No sólo somos capaces de hacer las cosas que hasta el momento hemos hecho, sino que somos capaces de muchísimo más, nuestro límite es muy alto. Cada cosa que hemos logrado en la vida es como un escalón. Luego de lograr algo, podemos subir ese nuevo escalón para ver que hay más arriba o quedarnos donde estamos, cómodos, calentitos y seguros.

¿Eres conformista? Si cuando llegas a tu casa luego del trabajo te echas a ver
televisión hasta que te dé sueño, eres conformista. Salvo situaciones especiales, como ver un programa con tu familia, una pelicula con la novia o un partido con los amigos. Pero si lo haces sólo, haciendo zapping, entras en este supuesto. Tienes tiempo por aprovechar, pero lo utilizas para ver la televisión porque te lo mereces. Pero no te sientas mal, la mayoría de gente lo hace.

Pero ¿Cómo podemos vencer al conformismo? Lo primero es aceptar que estamos en una situación en la que nos estamos conformando. Luego es determinar si se quiere cambiar los hábitos conformistas. De ser así, habría que hacer un plan de acción para cambiar nuestros hábitos conformistas por otros proactivos. Esto estimula la ambición.

Cambiar hábitos es difícil, pero posible. Para ello hay que encomendarse a la disciplina y a la motivación.  Hay muchos agentes motivadores, incluso 2 de los más poderosos son el miedo y la presión. También motiva que te aplaudan o alienten. Pero no podemos pedir a la gente que viva pendiente de nosotros para que nos aliente o aplauda todo el dia, porque no pueden vivir pendientes de nosotros. Pero si podemos ser nosotros mismos los que nos aplaudamos, presionemos, o digamos cosas buenas durante todo el dia, a través de nuestra conversación interna. Esto es la automotivación, que como diría un amigo, lo veremos en otra oportunidad.

Sueños sin acción, es igual a decepción



2 comentarios:

  1. Excelente Dany, tu forma de enfocar este tema nos lleva a cambiar actitudes y formas de vida, para quien aún tenga motivación suficiente para hacerlo. Tal vez nosotros los "viejos" ya no tengamos la fuerza de los años mozos pero igual, hay que llevar adelante nuestros sueños.

    ResponderEliminar
  2. Excelente Dany, tu forma de enfocar este tema nos lleva a cambiar actitudes y formas de vida, para quien aún tenga motivación suficiente para hacerlo. Tal vez nosotros los "viejos" ya no tengamos la fuerza de los años mozos pero igual, hay que llevar adelante nuestros sueños.

    ResponderEliminar

Dejame tu comentario! Gracias por leerme!