jueves, 3 de diciembre de 2015

El subestimado y malinterpretado poder del no


Este se trata sobre una chica a la que le gustaba tener muchos amigos y planes por hacer. Era muy coqueta y preocupada por su imagen, trataba de ir como princesita a todos lados proyectando una sensación de perfección desde el primer pelo, hasta la última palabra gentil, cordial y altruista que expresaba.  Le gustaba llevarse bien con toda la gente y se esforzaba por ello.

Sin embargo, a pesar de parecer una contradicción, le era difícil iniciar nuevas relaciones de confianza. Tenía muchos amigos pero estos habían sido procesados con el tiempo, cuando se aseguraba que la confianza que le demostraban era real. Hasta que ese punto llegaba, le costaba abrirse, se le hacía difícil romper el hielo. Pero cuando esto sucedía, se volvía muy extrovertida.

Para lograr aumentar su velocidad en crear vínculos sociales, estaba siempre dispuesta. Tenía la necesidad de quedar bien con todos, necesitaba caer bien. Lo normal era que cuando recibía un ofrecimiento o demanda, su respuesta por defecto era de complacencia hacia el ofertante para evitar un mal recibimiento de su negativa por parte del espontáneo.

En una ocasión regresaba a casa luego de un día pesado en el trabajo y le dolía la cabeza. La combi que la llevaba de regreso a su casa recorría toda la Javier Prado hasta el óvalo del estadio de Gremco y estaba full. Estaba en hora punta y le esperaba un largo recorrido desde San Isidro hasta la Molina. Iba de pie, encorvada y con el cobrador a su costado que le decía que vaya para el fondo, que ahí había sitio. El fondo estaba a un metro de su posición y en el cual habían 6 personas más en su misma situación.

Cuando la combi llegó a la intersección de Javier Prado con Aviación, se bajó un encantador número de pasajeros. Fue entonces cuando vió vacío el sitio en el cual se sentaría los 30 minutos más que le quedaban de viaje.  La calidez del asiento dejada por su antecesor usuario normalmente le daba un poco de repulsión, pero esta vez, el cansancio, el dolor de cabeza y de columna por estar encorvada durante 10 minutos, le hizo agradecer tal privilegio.

Se sentó, cerró los ojos y de a pocos sintió que el ruido de la ciudad se alejaba, el dolor iba diluyéndose y en su mente empezó a tomar forma el delicioso plato de comida que le esperaba en casa, según su madre le había comentado por whatsapp.

Con el plato formado en su mente, pero antes que sentir el olor que debía emanar, un pequeño golpe en el hombro la sacó del trance. Abrió los ojos y vió a una chica de unos 28 años, encorvada como había estado ella hace pocos segundos.  Era Carla, trabajaban en diferentes áreas de la misma empresa.
  •       Hola Jessica! Te ví hace un rato pero por la cantidad de gente no te pude saludar, Oye no sé si te contaron, pero tengo la rodilla mal y me está doliendo. Me puedes ceder el asiento?

A Jessica se le cruzaron 14 formas de mandarla por un tubo. Había logrado ese sitio en un dia difícil y la otra, que ni era su amiga le venia con el cuento de la rodilla.
  •           Hola Carla, claro, no te preocupes, siéntate y cuida la rodilla.

Jessica llegó a su casa encorvada, con mucho dolor de columna y cabeza y casi no saboreó el plato de fideos que le habían preparado.

Así era Jessica, no podía decir que “NO”, porque quería quedar bien. Y Carla lo sabía, pues en la empresa se había corrido la voz que Jessica era una persona dispuesta. La cargaban de trabajo, le exigían plazos exagerados, le pedían prioridades y ella siempre decía que si. Incluso su jefe ya sabía a quien pedirle trabajo en sobretiempo no remunerado.

Muchas veces nos pasa lo mismo que a Jessica. Con tal de buscar aceptación, no crear problemas o no quedar como antipáticos, anteponemos las necesidades de los demás a las nuestras.

El “NO” es una declaración muy poderosa, que luego de ser dicha, cambia la realidad, transforma el mundo. Debemos tener presente que el “NO” genera valor en la persona que lo dice, proyecta seguridad y firmeza.

Cuando una persona dice que “NO” ante una solicitud o demanda, está poniendo de manifiesto que esa persona se considera más importante que las opiniones que los demás puedan hacerse de la persona que lo verbaliza. El “NO” eleva la dignidad de la persona, demuestra mucho respeto hacia si mismo, muestra seguridad y compromiso con sus valores e intereses.

Todas las personas tenemos el derecho a no aceptar la realidad de como vienen las cosas, de no aceptar lo que nos toca, de crear una realidad mejor para nosotros mismos. Todos tenemos derecho a rechazar las demandas de los demás por considerarlas que van en contra de nuestro beneficio.


El “NO” genera respeto en si mismo y seguridad en quien lo dice. Por el contrario, si alguien quiere decir que “NO”, pero dice que “SI” y acepta, está vulnerando su propia dignidad, el respeto hacia si mismo, ya que declara que las necesidades de los demás son más importantes que las suyas.

Una persona que no tiene temor a decir que “NO” a aquellas demandas o propuestas que no le provoca aceptar, genera respeto en si mismo y genera respeto en los demás, ya que verán a esta persona como un ser que se aprecia, que se valora y que sabe que es el ser mas importante en su vida, tal y como somos cada uno de nosotros en la nuestra.

Por el contrario, una persona que no puede decir que “NO”, proyecta una imagen de inseguridad, de poco valor propio y de necesidad de aceptación externa.

Claro que el decir que “NO” puede tener un precio alto por pagar. Hay quien pueda sentirse ofendido por el rechazo o verla como una persona poco colaboradora. Pero aquí debemos diferenciar quien tiene el problema, si la persona que dice que “NO”, o aquella que se siente ofendida por el “NO” del autor.

Claramente, si alguien tacha a una persona por decir que “NO” a un ofrecimiento o demanda, será aquél quien tenga un problema de resentimiento y necesidad de ver sus demandas cumplidas. Se trata de una persona poco flexible y que aun no cae en cuenta que el mundo no gira alrededor suyo. Si ante un “NO” hay un problema, no será del que lo verbaliza, sino de quien toma el mensaje como rechazo o descortesía.

Todos tenemos el derecho a negarnos a hacer cosas que no queremos. Somos seres autónomos y como tales debemos ser los primeros en respetar nuestros derechos e intereses.

Pero no sólo se trata de como nos ven los demás cuando declaramos negativamente ante algo que no queremos, se trata del respeto y el valor intrínseco que nos generamos a nosotros mismos cuando somos capaces de seguir firmes ante nuestros intereses.

El “NO” es una declaración muy poderosa que nos define como personas que nos respetamos y valoramos nuestra dignidad e intereses. Y además proyectamos en los demás, el valor que nos tenemos y será respetado por ellos.
Al respetarnos a nosotros mismos, seremos ineludiblemente respetados por los demás. Crearemos una figura de valor que todo el mundo verá.

Somos quienes creamos la realidad en la que vivimos, y al verbalizar un “NO” estamos creando la certeza de persona que se valora a si misma por sobre la importancia de la opinión que generemos en los demás por realizar dicha declaración.

No está demás apreciar que hay 2 tipos de acompañamiento al “NO”. Aquel que va sucedido de explicaciones del porque lo hemos dicho, y el de aquel que no va sucedido por explicaciones. Cuando una persona da explicaciones sin que se las pidan, demuestra no estar segura con su comportamiento. No debemos explicar las causas de nuestra negativa, siempre que no nos hayamos comprometido previamente para el “SI”. Quien no explica su negativa, aumente su valor como persona autosuficiente y segura de lo que quiere.

Para finalizar, es muy importante tener presente que además de verbalizar el “NO”, hay que  saber como lo hacemos. La tonalidad es muy importante. Un “NO” gesticulado y acompañado de una sonrisa sería más adecuado que un “NO” rotundo y seco.

Somos responsables de lo que decimos y de cómo lo decimos, pero no somos de ninguna manera responsables de la conveniencia ni comodidad  de los demás, ni de sus necesidades de girar el mundo a su ritmo.


Fuente: Ontología del Lenguaje - R. Echeverría

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dejame tu comentario! Gracias por leerme!