domingo, 5 de mayo de 2019

Eres un guapito pituquito de mierda

Estos son un grupo de amigos de toda la vida, super diferentes unos de otros pero acostumbrados a gestionar sus indiferencias en base a la cantidad de años que se conocen. Separando que todos han madurado, cada uno en su estado, cuando se juntan, el grupo que se forma gestiona una inmadurez colectiva casi imperceptible para los que lo conforman, pero evidente para los que observan desde fuera.

Podríamos, en buena fuente, diferenciar a los integrantes en las siguientes categorías: El carismático, el equalizador (especialista en mantener el equilibrio), el quejoso y el rebelde social.

Pocas veces se reúnen, por distintos caminos de vida, pero cuando lo hacen salen las personalidades características fijas de la identidad individual.

Sábado 9 pm, barranco, bar característico de la zona con decenas de años de existencia rural, mesas de restaurante, sin música, los comensales son extranjeros o bohemios y gente como este grupito ansiada de mirar algo distinto a los bares de siempre. No es necesario viajar para conocer otras culturas.

Luego de las 7 pm es difícil encontrar mesa, por lo que tuvimos que esperar fuera que se desocupe una, con suerte una distante al baño que suele regalarnos olores inopinados de biológica procedencia. BTW, puedes ponerle un poco de bicarbonato a la olla de frijoles que te zampas en el almuerzo, chavalito.


Agarramos mesa en zona preferencial, al lado de la entrada, lo que nos da la gracia de poder observar a cualquier diosa que pretenda entrar en nuestro templo, para analizar posibilidades de conexión social.

Sentámonos en una mesa al lado de 3 chicas interesantes por aspecto, distintas a la gloria que otorga la belleza física, entre físico y vestimenta, del bonito constructo limeño.  Eran normalitas físicamente, pero distintas a lo que normalmente se busca. En otras palabras, interesantes.

Luego de unas cervezas, el quejoso empezó a buscar compañerismo para hablar con las amiguitas, ya que él no quería hablarles, pedía incesantemente que sea yo quien se convierta en el puente que haría la conexión.

No hubo necesidad de mucha insistencia, la verdad es que había curiosidad. Al no haber música en el lugar, se podía escuchar lo que conversaban.

 Estaban hablando de la crisis política actual que era la culpable que ellas no tuvieran la oportunidad que querían. Volteé a decirles que la corrupción política era sólo la consecuencia de la causa originada por ser nosotros una sociedad sin valores establecidos. Sonreí cuando me di cuenta que las estaba medio puteando.

Empezó la discusión. Me cambié de mesa para alimentarla. Sea como fuera que acabara (no sentí mucho riesgo que desarmaran mi teoría) ya había entrado en su cabeza.

Mientras ellas se ofuscaban intentando convencerme, yo sonreía cortésmente respondiendo con tranquilidad cada argumento que las hacia rabiar cada vez más. En el fondo se veía que mi desinterés por convencerlas y que me convenzan, se transformaba en magnetismo intenso hacia ellas. Vamos, que en 20 minutos me estaban odiando y adorando a la misma vez.

Ya estaba hecho.  Levanté la mirada hacia mi mesa original y les indiqué que se podían arreconchumar. Les dije a mis nuevas amigas que mis viejos amigos querían sentarse en la mesa. Accedieron felices.

Luego de una buena ronda de cervezas tramitantes de temas intrascendentes, una de las chicas, a la que llamaremos Claudia, me empezó a preguntar información personal como si de una entrevista de trabajo se tratara.

Al levantar la mirada, veo al quejoso, medio que puteando a una de las amigas de Claudia por alguna discordancia de opiniones. Nada nuevo, siempre pasó. Pelearse con las mujeres para defender su orgullo es su esencia.

Claudia estaba más buena gente que al inicio, me preguntó de donde era y hacia donde iba, y que haríamos luego.

-          - En un rato nos vamos – le digo – mañana quiero correr y estamos bebiendo desde las 6 pm.

-           -  Pero nosotras nos vamos al Dragón, vente un rato – me respondió.

Ahí causó quiebre.  Por mucho que me guste una, que casi no era el caso, porque estaba linda pero no para olvidar mis creencias, si me demuestra debilidad, aniquila sus opciones. Todos tenemos taras, esta es la mía. O me la haces difícil o fue.

-         -  Vente un rato, unas chelas y seguimos conversando – me dijo.

Miro a mis amigos y veo intrascendencia con respecto a la posibilidad de ir.

-          -    No, ya creo que nos vamos.

-          -    Pero son las 12 recién, como se van a ir ahora.

-           -   Es que hemos quedado, tuve que mentir.

-         -   Pero osea, tu vienes a sentarte en nuestra mesa, nos floreas con tu filosofía del nido de pájaros y ahora así como si nada te vas – me dijo un poco asada la Claudita.

Al ver tal reacción, le digo a la pandilla que tengo sueño y mejor nos vamos. Estaban de acuerdo, al parecer también estaban en similar situación.

Me paro de la mesa para accionar la conducta colectiva, los 3 se pararon igual.

-          .- Bueno, nos vamos.  Si quieren vamos al local "X"

-           -  Pero tu que te crees, guapito pituco de mierda, que te voy a ir a perseguir a donde vayas, por más carita y palabra que tengas?

-          - Un gusto conversar con uds.
   
        Luego de salir del local, la opinión fue la misma. No le hacemos más caso al quejoso.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dejame tu comentario! Gracias por leerme!