Los halcones son aves de presa conocidos por su eficacia en
la caza y sus fabulosas habilidades de vuelo basadas en su velocidad y vista
privilegiada, que le permite visualizar a su presa desde largas distancias.
El héroe de nuestra historia es Falco, un halcón valiente,
grande y poderoso, que cuando visualiza una presa, inicia una persecución
implacable que normalmente termina ganando, devorando a su presa con ganas, e
incluso la presa con placer de estar siendo comida por Falco.
Aquella vez, hace muchos años, Falco divisó una presa
sabrosa y deliciosa. Se lanzó en picada para capturarla y comérsela, pero la
presa tuvo la pericia, adquirida por la experiencia de muchos ataques previos,
de realizar un escape estratégico.
La persecución fue larga y sentida, durante varias lunas con
sus días. Luego de algún tiempo, Falco se dio cuenta que para capturarla, tenía
que cambiar de estrategia, así que decidió acercarse de otra manera, menos
depredador y más estratégico.
Un día mientras Falco estaba estudiando su presa, notó la
presencia de kuky, una linda y pequeña cotorrita que conocía desde hace mucho
tiempo, y a la que Falco tenia mucho cariño. Kuky no calificaba como presa para
Falco, al contrario, era una cotorrita pequeña a la que cuidar y proteger. Kuky era divertida, agradable y tierna,
hablaba mucho y siempre reía.
Cuando Falco estaba con sus amigos conversando sobre la vida
en las alturas del cielo, de velocidad de vuelos y de la fortaleza de sus alas,
kuky, sin que nadie la notara por lo pequeña que era, se metía al grupo a escuchar
sus conversaciones y como buena cotorra, empezaba a hablar del tema, desde su
inocencia y gracia, a lo que el grupo reía sin prestarle mucha atención.
Aquella vez, mientras Falco analizaba su presa, kuky se
apareció de la nada sin que Falco la notara.
- - ¿Qué haces Falco?
- - Estoy estudiando a la presa que me voy a comer
- - ¿Por qué te quieres comer a esa Falco? Yo
la conozco, es buena gente
- - Me da lo mismo que sea buena gente, es
apetecible y me la voy a comer.
- - A mi el otro dia me persiguió uno que también me
quería comer Falco, pero yo no se si dejarme.
- - Ya kuky, no me distraiga, váyase a jugar por
allá.
Pero kuky no se fue, se quedó conversando con Falco que poca
o nada atención le prestaba.
Al dia siguiente, kuky se quedó entre Falco y su presa toda
la noche, hablando mucho como buena cotorrita que era, tan agradable y risueña.
Luego de muchos años de no verla, Falco fue a una reunión de halcones,
unos más precisos y otros no tan precisos a la hora de volar en picada para
cazar. En eso, como buen depredador, Falco divisó un prospecto de presa.
La vio de espaldas, sin saber de quien se trataba.
Hizo un pequeño vuelo de reconocimiento para acechar a la
probable presa.
- - Noooo, que es esto?? No, no, no, no puede ser.
Conflictuado y confuso, Falco regresó atormentado por sus
pensamientos. Sus instintos y valores
acababan de fusionarse, generando una reacción altamente telúrica dentro de su
ser.
- - No lo entiendo, no lo creo, no puede ser –
pensaba nervioso y tembloroso.
Sintió los latidos elevándose en su corazón, a la vez que sus
plumas humedecían con frio sudor. Todo su poder y fuerza desaparecieron para
darle entrada a una dulce debilidad. La voracidad inicial se convirtió en ternura
preocupante.
- - ¿Qué es esto?
Aquel hermosísimo y delicioso ejemplar, era kuky, la otrora
cotorrita y agradable cotorrita. Se había convertido en una preciosa y descollante ave.
A diferencia de otras ocasiones, esta vez fue Falco quien se
le acercó con insistencia para conversar, mientras la escudriñaba con excelsa curiosidad.
La magia había sucedido.
Kuky no hablaba tanto como antes, pero había desarrollado
una mirada que hacía que Falco tiemble desde las garras hasta el pescuezo.
Luego de algunas negociaciones, en las que Falco intentó expresarle a kuky, seguro con poco
efectividad por los nervios que sentía, que
estaba alucinado con su espectacular cambio.
- - Discúlpame kuky, no entiendo que pasó, pero la consecuencia es que me encantas – le hizo saber Falco
- - Tu siempre me has gustado – respondió kuky –
pero sabes que no puede ser.
- - Pero kuky ….
- - Nada de peros, ya Falco no me distraiga, váyase
a jugar por allá.
Se la devolvió con las mismas tildes. Fue cuando acordaron que no debían volver a verse.
Con un poco de frustración, porque el soberbio carisma
de kuky ahora se multiplicaba con su extravagante belleza, Falco aceptó a regañadientes,
que de aquel pozo no se debía explotar petróleo.
A partir de aquella vez se cruzaron 2 ó 3 veces más,
casualmente en 2 supermercados vecinos. A
pesar de la voluntad de Falco para que no se le note, el terremoto que siente
en su interior cuando la ve, es profundamente evidente.
Que hermosa está!
Aquella tierna cotorrita inofensiva se había convertido en
la kryptonita intensa y dominante que debilita drásticamente la infalible seguridad de cualquier halcón.
Hace poco se volvieron a cruzar, lo que originó que los temblores internos de
Falco se elevaran a un nivel absurdamente estimulante. Los ojos se le salieron, el pecho le explotó, el
pico se le cayó y la cara se le ruborizó. Casi no pudo pronunciar tangible palabra, por la sabrosa torpeza que invadió su cuerpo.
Esta última vez, la intensidad de la mutua mirada reveló las ganas compartidas de vivir en un mundo utópico en el cual, cada quien pueda hacer lo que le provoca, sin contener evidentes deseos. Si
alguien hubiera puesto un fósforo en la línea de la candente mirada entre ambos, se hubiera prendido como
si de un acto de magia se tratara.
La cotorrita inocente se ha convertido en un cotorrón
maravilloso capaz de, sólo con su mirada y sonrisa, derrumbar a nivel de escombros, al ser más
confiado y sostenido.
Tanto así, que el halcón quiere volverse loro para esa cotorra.
La magia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dejame tu comentario! Gracias por leerme!