martes, 27 de agosto de 2013

Cruzando el charco

El año 2005 estaba asentándome en un estudio de abogados miraflorino, encargado de la cartera de un muy conocido y poco agradecido banco peruano. Se podía decir que el trabajo me gustaba, estaba aprendiendo mucho y me empezaba a dar cuenta de la facilidad que tenia para tomar decisiones acertadas y veía como crecia mi capacidad para resolver problemas.

En esa época aun se utilizaba el Hotmail Messenger. Siempre después de almuerzo me metía un rato para ver mis correos y ver quien estaba conectado. Un dia vi conectado a Giacomo, que en ese momento estaba en España estudiando una maestria. Giacomo vivía en el mismo piso con su primo Ernesto que estudiaba otra maestria. Con ellos vivía un holandés bien buena onda, que se encontraba en España con una beca Erasmus, mediante la cual se brinda la oportunidad de estudiar uno o dos ciclos de la carrera universitaria en otro país europeo.


Ese dia Giacomo me animó a estudiar una maestria en España. Empecé a buscar universidades en Madrid y Barcelona, como la mayoría de limeños que deciden ir a estudiar fuera, sólo buscan en  estas 2 ciudades. Giacomo me dijo que en Valencia, ciudad de la región de Levante (nombre asignado a la zona céntrica de la costa mediterránea española, pues por ahí sale el sol por las mañanas, es decir el sol se “levanta” por el mar) había un par de buenas universidades y empezó a hacer las averiguaciones sobre maestrias en Derecho. A la semana me envió la currícula de una maestria en Derecho de la Empresa en la Universidad de Valencia. La leí y me gustó, tenia lo que yo queria estudiar y un par de extras como contabilidad y derecho fiscal, con los que no me llevo nada bien. Así que en 1 semana, tomé la decisión de irme un año a estudiar a España. La maestria comenzaba en 2 meses desde ese dia, asi que estaba contra el tiempo.

Tuve las entrevistas con la gente de admisión de la maestria por teléfono, tuve que legalizar todos mis certificados y sacar cita en la embajada de España. Con mi jefe quedamos que en 1 año regresaría al estudio. Giacomo me consiguió piso al instante, sólo para llegar y ocupar.

A mi enamorada le dije que era algo que tenia que hacer y que 1 año se pasaría volando. Ella accedió a regañadientes. Mi vuelo salía los primeros días de noviembre y regresaría para pasar navidad y año nuevo, luego de lo cual me quedaría en España hasta noviembre.

Lo más duro de todo fue el dia de la despedida en el aeropuerto. Abrazados. Ella lloraba, yo trataba de no hacerlo y mis padres mirando la escena. La solté y entré por la puerta de embarque sin mirar atrás para no titubear.



El vuelo duró unas 12 horas pero pareció mucho mas tiempo por la ansiedad que tenia de llegar. Habia googleado la ciudad a la que estaba yendo. Temperatura promedio de 7 grados en invierno y 32 en verano, sol 300 dias al año y unas playas magníficas. Mi vuelo llegó al aeropuerto de Barajas, en Madrid. De ahí tenia que irme a la estación de trenes de Atocha para coger el Alvia con dirección a Valencia. En aquella época no existía el AVE, siglas de Alta Velocidad Española, el tren más rápido de la península ibérica.

Y me encontré en la estación de trenes de Atocha jalando 2 maletas de 32 kilos cada una, me colgaba del hombro izquierdo un maletín de mano lleno entre otras cosas, de libros que iba a “leer” en el vuelo (al final no lei ni uno)  y mi lap top que colgaba del hombro derecho. Todo ello sin contar con la inmensa casaca que me había comprado para contrarrestar el frio europeo y que pesaba 4 kilos y que la tenia cargando porque no entraba en las maletas y no me la ponía porque me daba excesivo calor. Parecia un ekeko. Estaba claro que no había previsto bien las variables.



Tuve que esperar como 4 horas para que salga el primer tren con destino a Valencia. Y como estaba solo, tenia que pasearme por la estación con todo mi rebaño de cosas. Hasta para ir al baño tenia que llevar todas mis petacas. Todo un sudaca recién llegado. 

Entré a la oficina de información turística y la chica me indicó donde quedaba la zona de embarque y que lo mejor era esperar mi tren ahí dentro. Entonces lo hice. Pero primero debía pasar mis maletas por el torno de seguridad en donde están las fajas por las que tus cosas deben pasar mientras los agentes de seguridad miran en una pantallita lo que contienen. Y yo rogando porque mis maletas no se queden atoradas en la fuckin maquina. Felizmente pasaron sin problema. Y esta zona de la estación, a la cual solo ingresan los viajeros, parecía la recepción del Marriott.

Una vez ahi, fui a buscar mi puerta de embarque y esperar la hora de salida del tren en la zona de espera. Que con todas mis cosas ocupaba 3 asientos. Y mientras mas avanzaba la hora mas gente llegaba y menos sitios quedaban para esperar el tren y yo ahí ocupando 3 asientos. Sólo me faltaba la gallina ponedora.

A la hora indicada, puntual, llegó el tren y fui el primero en embarcar, porque ya queria deshacerme de las maletas y sentarme cómodamente.

Ahi fue cuando llegó el primer atisbo de sociedad lejanamente desarrollada en comparación a la nuestra. Estaba intentando subir al tren con todas mis petacas. Tenia que subir al vagón por unas escaleritas de medio metro y con las 2 maletotas y todo lo demás que tenia encima se me hizo un poco complicado. No podía subir todo a la misma vez, asi que tenia que dejar en el suelo lo que tenia colgado en el hombro y subir mis cosas de a pocos. Así que voltee y le dije al señor de estaba detrás mio “señor mejor pase usted primero, porque me voy a demorar un poquito”. El señor me dijo calmadamente “tranquilo, veo que estás bien cargado, no te preocupes, sube tus cosas con tranquilidad que no hay apuro”. En eso veo detrás del señor, toda una cola de personas que estaba esperando ordenadamente a que yo subiera mis putas maletas. Intenté hacerlo rápido por consideración de todas las personas que estaban esperando pacientemente.

Esa fue la primera diferencia que sentí con mi Lima de toda la vida. Aquí la gente me hubiera puteado por demorar, se me habrían colado, me habrían empujado, me habrían robado y mi madre se hubiera llevado de gratis, muchos recuerditos. Pero en contra de lo que me esperaba, la gente esperó, nadie se coló, me dijeron con una sonrisa y  mucha calma que me tome mi tiempo,  nadie me robó, nadie me empujó y definitivamente nadie se preocupó por mandarle saludos a mi madre.  Que raros estos españoles. Y encima, el tren, que es un medio de transporte público que realiza un promedio de 6 viajes diarios, estaba super limpio, bien cuidado. Hasta olía rico.

Llegué a la Estación del Nord en Valencia sobre las 12 de la noche del jueves 3 de noviembre de 2005. Llovia a cántaros. Me esperaba Ernesto, para llevarme al piso que compartiriamos con Giacomo y el holandés.

No tenía ni un dia en España, pero ya me había dado cuenta que era una sociedad muchísimo mas desarrollada que la nuestra, donde el respeto y consideración por los demás era lo mas normal del mundo. Y me encantaba.

Fue cuando me empecé a dar cuenta que de peruano tengo el pasaporte, pero de corazón soy europeo.

Y uno debe escuchar lo que le dice su corazón, no decirle que se calle, no decirle que sea realista. El sabe lo que quieres y te anima a ir por ello, sea lo que sea, pero eres tu el que debe actuar.


Les dejo un video de mi ciudad favorita en el mundo entero (no conozco muchas, pero si unas cuantas)


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